Editada originalmente en Colombia en 2011 y publicada ahora en España por Sexto Piso, narra las veinticuatro horas que veinte años atrás David, un pintor colombiano instalado en Nueva York, sufre mientras uno de sus hijos, Jacobo, está en Portland a la espera de ser asistido en su aceptada muerte tras soportar años de inaguantable dolor físico después de haber sufrido un accidente que le deja inmovilizado de cintura para abajo. Todo ello a la vez que David intenta recrear sobre la pintura en que trabaja, el efecto de la luz sobre el agua, mientras piensa y espera que Jacobo dé marcha atrás.
Egoístamente, como él mismo reconoce, enfrentando su dolor interno, con el dolor externo de su hijo. El dolor y la proximidad de la muerte desde el punto de vista el padre adulto que, en la vejez, momento en el que desde su retiro a su país de origen, rememora la tensión de la espera se instalará en él, más que la tristeza, la nostalgia, quizás ante la proximidad de su propia muerte.
Novela breve y estructurada en capítulos cortos, como si fueran pequeños actos, casi teatrales, al igual que el escenario en el que se sitúan los personajes, una estancia del entonces empobrecido y ruidoso Lower East Side, en cuyas habituaciones la familia que desde Colombia se trasladó a Miami y de allí a Nueva York. Sara, madre-esposa junto al resto de hermanos y novias, asimilan de diferente modo la tensión de la espera mientras las horas no pasan.
El autor consigue por medio de una prosa ágil pero pausada y detallista transmitir sosiego desde el desasosiego, calma desde la intranquilidad e incluso una sensación de tibia calidez a pesar de la dureza del momento. Es una novela de atmósfera serena incluso, que se reconcilia con el dolor frente al desconsuelo del protagonista, no solo en este trágico episodio sino en los diferentes sucesos que le ha deparado la vida. Un relato también que dignifica los últimos años de vida, ya sean estos desde la vejez, o desde el momento en el que se ésta se elija.