Bilbao BBK Live 2023 cierra la mejor edición de su historia

Foto por Sharon López
3.8/5 - (29 votos)

Uno que es perro viejo y del rock de toda la vida no puede evitar abrir mucho los ojos cada vez que sube al Bilbao BBK Live porque es como entrar en un mundo directamente opuesto al del rockerío; las opciones son sencillas, dejarse llevar o ser el pitufo gruñón: a mí este evento me da la vida.

Chubasquero de Ternua en mano y con ganas de ver a la gente flotar llegamos a tiempo para ver la Bilbaínada que al que firma que es local le sacó algo los colores: la gran idea de este año fue subir a un aizkolari a cortar un coche en dos a golpe de hacha, deportes rurales mezclados con mdma, supongo.

Lo primero en lo musical fue Amaia, ella se lo guisa y se lo come, con poco poquito llena el escenario, público entregado y cantarín mientras las laderas aprovechaban para charlar mucho y atender poco. En mi caso ganaba la curiosidad que no conseguí convertir en interés después de que clamase a los vientos “y ahora las tranquilitas”. Aún así es innegable el carisma de la pamplonica, se gana a todo el mundo incluso a los que no están especialemente interesados en sonidos intimistas con poca pegada en un escenario tan grande, a plena luz y con la maquinaria en calentamiento aún. Menos mal que se descerrajó una jota que levantaba a un muerto.

Con el cielo cerrándose comenzaron enseguida M83, que arrancaron suave y quizás con poco feeling hasta que empezó a tronar y a caer gotas de buen calibre, mientras sonaba “We Own the Sky” se hizo el milagro, en una reacción química alimentada por agua de tormenta el concierto entró en una segunda fase hipnótica que coincidió además con el anochecer. Un sonido impecable aunque posiblemente bajito que llegó a su cenit con “Midnight City” con la que un público empapado simplemente se derritió mientras levitaba sobre las campas de Kobetamendi. Sobresalientes.

Repostar y al nagusia, Florence and The Machine hizo su aparición. Ya no sorprende pero sigue siendo imprescindible, es entrar de la mano de su sonido en la madriguera del conejo, con un público entregado Florence and the Machine hacen las veces de un predicador a lo Marcus Durant, desde el amor de una sacerdotisa Wicca y la gente estaba por la labor. Sobre todo los temas del nuevo álbum fueron protagonistas; King, Free o Dream Girl Evil sonaron, bolazo impresionante de lo que probablemente fue el concierto multitudinario de la noche, Dog days are over simplemente hizo temblar el suelo a la audiencia. Sobresalientes.

Quiero mencionar y recomendar como si mis ahorros fueran en ello a Playback Maracas, que tocaron en la carpa Beefeater y no exagero si digo que han sido lo que más me ha gustado del festival. tres chavales armados con una batería, un bajo y un saxo de juguete me regalaron los mejores 45 minutos de lo que llevamos de década, una potencia que cortaba la respiración, temas de electrónica que a un servidor que no tiene ni puta idea le sonaban a ambrosía (sólo supe identificar la tonadilla de Kavinsky y New Order que por ahí etiquetaron como la de “ctangana”, ¡ja!).

Dejo un video porque quiero:

El broche final corrió a cargo de The Chemical Brothers, con una audiencia entregada a un valor seguro que no falla, un sonido perfecto y efectos visuales que inundaban a la masa, no sorprenden porque ya los conocemos y son siempre impresionantes.

El cuerpo no nos dio para más el jueves.

La jornada del viernes siempre resulta la más complicada por la quemada del día anterior y la necesidad de guardar batería para el día grande. Sin embargo arrancamos con Fresones Rebeldes que son más majos que las pesetas. Tocaron en el Arenal de Bilbao y luego de escalada al recinto.

Duki, trap, a la gente parecía gustarle, yo qué sé, como no quiero ser un amargado, aceptaremos barco, estuvimos viendo a Tinariwen, una mezcla entre la electrónica y el rock progresivo tocado por unos Tuareg con la gente bastante entregada, porque la verdad, sonaban muy bien.

Róisín Murphy, para quien no la conozca era el 50% de los míticos Moloko. Ahora se trae un rollo muy funky y supo despertar a ciertas almas con temas como Something More, CooCool y Ramalama.

Luego, los legendarios Pavement, una banda de rock alternativo estadounidense que marcó los años 90 con su sonido de guitarras distorsionadas, tomaron el escenario. Pavement ofreció un recital intenso y equilibrado, cautivando a los verdaderos fanáticos con clásicos como “Cut Your Hair”, “Gold Soundz” y “Stereo”. Aunque eran prácticamente desconocidos para la generación actual, la banda dejó una huella imborrable en aquellos que se dejaron llevar por su estilo de rock alternativo. Su legado perdura en la escena musical, influenciando a bandas como Yo La Tengo, Dinosaur Jr, Luna, Sonic Youth y Pixies. Desgraciadamente no interesó a una mayoría que emigró a otras latitudes seguramente por falta de cultura musical, no lo sé, pero fue algo grande. Stephen Malkmus al frente de la banda y con su voz de todo dejado puso el listón muy alto con Spit on a Stranger o Stereo. Desgraciadamente poco apreciados.

La jornada del sábado tiene dos puntos álgidos para este plumilla, Love of Lesbian con un Santi Balmes en estado de gracia y con un público que ha coreado hasta la última nota que repetían en Bilbao 7 años después en este mismo festival, con un cierre igual en ambos con la ya ineludible ‘Allí donde solíamos gritar’, himno generacional para muchos ya no tan jóvenes del Indie.

Muy interesantes The Last Dinner Party, con una propuesta que suena a antigualla setentera pero muy convincente.

Cerramos los tres días de locura con The Artic Monkeys y tengo sentimientos encontrados, uno quiere escuchar los temas de su juventud y si bien el grupo es impecable, algo se rompe en tu interior cuando la banda que quieres ver que lo rompe se ha convertido a un sonido más adulto, libre de mácula juvenil. Sin embargo venció y convenció su propuesta: el sábado hubo sold out en el festival seguramente por público que venía a comulgar con Alex Turner. Voy a eludir la crónica cual político incómodo dado que sin disgustarme tengo el corazón un poco roto.

Como balance, la asistencia al festival ha roto todos los récords, sumando más de 120.000 asistentes, 100 conciertos y muchas cosas bien hechas. La organización ha rozado la perfección, el transporte, que ha sufrido algún incidente propio de cualquier ciudad, ha sido bueno, la seguridad impecable, las zonas preparadas para personas con discapacidad eran simplemente perfectas y la cerveza, cara. Este año Last Tour se lleva otro sobresaliente.

Comentarios

Comentarios