Siete chavales polacos, que en realidad no lo son, se les llama así por ser rubios y de piel blanca en un lugar donde predomina el moreno, ejecutan un plan del que desconocen las acciones a realizar y el objetivo final del mismo. Solo su cabecilla la Yesi, llamada también la Colorada porque no es rubia, sino pelirroja, conoce las intenciones ocultas de esta banda que toma el nombre de los Wojtila.
Numerados del uno al siete, aunque sus nombres van apareciendo según se desarrolla la personalidad de cada uno conforme avanza esta breve historia, el grupo ha de fiarse de su atrayente líder, que los persuade tanto con su cuerpo como con sus palabras, para que la sigan aunque no les cuente el plan ni las actuaciones a seguir hasta el momento de su realización. Brotará la lógica desconfianza hacia ella y sobre todo entre los siete miembros hombres de la banda, que rivalizan entre rencillas por acercarse y obtener el favor de la Yesi.
Una obra breve y sencilla que sitúa al lector como un integrante más de la banda y frente a la desconcertante sucesión de hechos y entre inimaginable desenlace final… que como es habitual en las obras del escritor argentino, se esconde en forma de inesperada sorpresa, en este caso en relación a la condición de polacos que se le atribuye al grupo.
Una trama muy bien urdida, de aire espontáneo pero bien trenzada además de excelentemente narrada y resuelta con el punto justo de suspense que nos sitúa entre “Los Siete Locos”, publicada en 1929 por su compatriota Roberto Arlt, y estilísticamente en algunos momentos el realismo mágico, sobre todo con la figura de un viejo quiosquero de nombre Borges que tiene visiones esclarecedoras sobre los acontecimientos que suceden.