Los Anillos de Poder y La casa del Dragón para cuñaos

4.2/5 - (21 votos)

Cosas que suceden de modo poco casual y dos precuelas coinciden en nuestras pantallas estos días, ambas herederas en mayor o menor medida de nuestro viejo amigo Tolkien.

De algún modo tanto Los anillos de poder como La casa del dragón son deudoras de la obra que las precede, en el caso de la primera, la serie coge cosas aquí y allá de la trilogía de Peter Jackson que no de las obras, algo parecido pasa con La casa del dragón, que resulta ser una extensión directa de la serie hace ya tres años concluida.

En cierto modo la serie ambientada en el mundo de J.R.R. Tolkien traiciona directamente su obra, el autor imaginó a Galadriel como elfo inmortal con un espíritu más que turbio y ciertas ambiciones  imperiales. Ya se encargó Peter Jackson de quitarle peso al personaje y la nueva serie apuesta por ahora por presentarnos a una súper heroína con sed de sangre.

Si bien la obra de Tolkien ya resultaba en su momento una obra posmoderna que rompía todos los cánones existentes de la fantasía donde hombres y mujeres poderosos luchaban a brazo partido contra el bien y el mal, siempre mantuvo cierto respeto por la norma del género que sin saberlo estaba reinventando. La serie camina por estos lares sin demasiada idea y con ganas de agradar al máximo público posible.

Nos gustaría pensar que este producto va a explorar los rincones menos transitados de las amplias tierras desguarnecidas de Tolkien. Los Anillos de Poder quiere dejarnos soslayar la tierra natal de los elfos, Valinor, hasta ahora inédita de manera fallida. Sólo antes habíamos visto una ampliación de un universo que deseábamos ver, fue con Terminator, con la fallida cuarta parte.

De Valinor vemos una campa digna de fondo de escritorio de windows y luego una suerte de incendio guerrero.

La saga ludita de Tolkien aterriza en Amazon, paradojas del destino, coincidiendo en el tiempo nos llega la casa del Dragón, básicamente juega al mismo juego que la primera, alargar un chicle con más dinero que arte y menos gusto que prisas. En ambos casos estamos ante productos preciosistas que cuentan con todo el oficio que se puede desear, diluido como si fuera un medicamento homeopático.

¿Son malos productos? No, son buenísimos y me encanta que estén en parrilla pero se quedan lejos muy lejos de las obras que pretenden alargar. Al fin y al cabo en fantasía y voy a seguir viéndola como un campeón. Son pocas y malas las alternativas, pero al que quiera comprobarlo que eche un ojo a The Witcher.

Comentarios

Comentarios