Uno no sabe muy bien si “No somos nada”, la película que sobre el papel sirve tanto como somero repaso a la historia de La Polla Records, como de artefacto documental sobre la gira de despedida de la seminal banda del punk patrio (curiosa elección de adjetivo la que acabo de hacer, por cierto), no es más bien un filme hecho a la mayor gloria de su vocalista, Evaristo Páramos. Claro, que probablemente la del vocalista criado en Agurain es una figura tan irresistible que probablemente es imposible escapar a su innegable magnetismo (como suele decirse, es alguien que no deja indiferente).
Supongo que, a fin de cuentas, el planteamiento de partida de este documental es irrelevante: aquí tenemos a los protagonistas (al menos a parte de ellos) contando su propia historia, y el hecho de que Evaristo sea el eje central no parece más que un reflejo de la imagen que durante cuatro décadas proyectó la banda (aunque descubramos que la dinámica interna era en realidad un poco diferente).
En cualquier caso, “No somos nada” es un epitafio. Tal vez un epitafio demasiado amable -se cuenta una historia, sin buscar tres pies al gato y casi pasando de puntillas por los momentos que podrían dar más juego-, sin ningún atisbo de querer ahondar en las contradicciones que estos últimos estertores de La Polla Records plantearon entre parte de los que un día fueron seguidores del grupo antes de su (primera) desaparición. La contradicción, sin embargo, parece un rasgo inherente al género humano, por lo que cabe preguntarse la razón de que a los artistas de izquierdas no se les perdonen cosas que, si uno se las plantea, acabaría aceptando para sí mismo.
En cualquier caso, ese no es el tema. Porque además “No somos nada” es un documental con una buena factura técnica que además resulta entretenido de seguir. Personalmente y por motivos que no os interesan y que además no me da la gana explicar aquí, he disfrutado bastante con los paseos de Evaristo por un paisaje que me resulta muy familiar. ¿Se deja ver? Totalmente, aunque personalmente no me habría importado media horita más de metraje y algo más de profundidad. A pesar de esos detalles, su visionado es recomendable.