Azkena Rock Festival 2022 (16-18 junio, Vitoria-Gasteiz)

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Antes del jueves pasado ya estaba claro que había ganas de Azkena, pero entre ese día y el sábado se ha demostrado que los habituales del festival vitoriano han querido dejar toda la mierda de los dos últimos años atrás y por ello han respondido a la llamada casi hasta con ansia: 48.000 personas han pasado por el evento gasteiztarra en total en esta edición, cifra que según la organización se acderca al récord de asistencia que todavía ostenta la del año 2011.

Así durante este fin de semana que ahora dejamos atrás, muchos han sido los reencuentros, los abrazos, las risas y también la música que se han podido ver en el recinto de Mendizabala, hogar desde hace casi veinte años de un festival que a lo tonto ha cumplido dos décadas ya y al que se han ido enganchando varias generaciones de asistentes. Porque tal vez suene cursi, pero el ARF no es simplemente la música, sino un montón de historias y anécdotas que hay detrás de cada asistente.

Por esa misma razón, y con la variedad de escenarios y propuestas que ofrece, ARF es un único festival, pero también puede ser muchos festivales distintos -se puede decir que uno por cada asistente-. Lo que sigue es de forma muy resumida (no es cuestión de aburrir) mi Azkena Rock Festival 2022:

Jueves 16 de junio

La vuelta a los tres días de celebración se antojaba dura, pero no por ello íbamos a perdernos la primera jornada del festival. Una jornada que sorprendía de entrada por la gran afluencia de público. Como hemos dicho se notaba en el ambiente que había ganas.

Pero incluso con ganas, ese día muchos teníamos por delante un viaje y la toma de contacto con el alojamiento, lo que hizo que me perdiera la mayor parte del concierto de Dirty Honey en el primer escenario. Una lástima, ya que lo poco que vi me gustó. Cruzaremos los dedos para que tengamos más oportunidades.

Morgan Wade tomaría el relevo en el segundo escenario. Y tal vez fuera que el sofocante calor hacía que no me centrara en lo que ocurría sobre el escenario, pero su propuesta no llegó a engancharme en ningún momento. Tengo claro que en otras condiciones (en el formato más íntimo de una sala y sin un sol de justicia castigando), habría disfrutado de su rock suave teñido de sensibilidad country, pero el del ARF me pareció un show con altibajos. También me da que pensar que la versión de “Suspicious Minds” fuera la canción mejor recibida por el público.

De vuelta al escenario principal tuve el primer reencuentro del festival. Eso hizo que no pudiera prestar demasiada atención a Hiss Golden Messenger (lo siento, a pesar de los rumores soy humano y tengo sentimientos), pero desde cierta lejanía debo decir que sonaban muy bien.

El jueves también se daba la circunstancia de que esta primera jornada del festival coincidía con el Osteguna Rock, evento gratuito que durante los últimos años se viene celebrando en la Plaza de la Virgen Blanca. Los cabezas de cartel eran los muy recomendables Spiders, así que hacia allí nos fuimos con la intención de disfrutar de nuevo del combo sueco (ya que estamos os contaré que ofrecieron un gran concierto, aunque para mí es mejor verlos en sala). Los damnificados fueron The Offspring, de los que pillé un par de canciones desde que entré de nuevo al recinto, lo que es lo mismo que decir que no vi nada, aunque las opiniones que pude recabar no son demasiado positivas.

A los que sí pude pillar fue a Fu Manchu, que salieron a matar al segundo escenario y ofrecieron un repertorio que parecía un greatest hits, incluyendo su versión del “Godzilla” de Blue Öyster Cult. Para mí uno de los mejores conciertos del festival, y debo decir que nunca he seguido su carrera al detalle (traducción simultánea: no es opinión de fan sin ninguna objetividad).

Claro que no sé si el resto de personas que asistieron a esta primera jornada estarán de acuerdo conmigo, ya que la fiesta que montaron Toy Dolls celebrando sus ya más de cuatro décadas sobre los escenarios fue bastante multitudinaria y especialmente bien recibida. La banda tendrá sus detractores, pero no se puede negar que supieron dar por finalizada la primera jornada por todo lo alto, haciendo que el público bailase y corease todos sus éxitos. La banda sigue con sus características melodías, su colorido vestuario, sus coreografías y sus elementos visuales, lo que acompañado de una buena ristra de clásicos de agárrate y no te menees (o más bien de suéltate y menéate todo lo que puedas), provocaron casi el delirio en la sofocante noche vitoriana. Con ellos dimos por cerrada la primera noche.

Viernes 17 de junio

La segunda jornada se presentaba con unas características climatológicas similares a la anterior, lo que hizo que el casi obligado paso por la Plaza de la Virgen Blanca para el concierto en horario vermú se hiciese bastante cuesta arriba.

En cualquier caso, y tras la comida que siempre se alarga más de la cuenta, acudimos al recinto para el concierto de Jerry Cantrell. Creo que el de Seattle merecía una mejor posición horaria en el cartel, pero ello tampoco fue un obstáculo para disfrutar de un concierto en el que el guitarrista ofreció un repertorio muy equilibrado entre su carrera en solitario y los clásicos de Alice In Chains. Cantrell está muy bien apoyado por una banda en la que no podemos olvidarnos de Greg Puciato. El de Dillinger Escape Plan se ocupa de dar el contrapunto a Cantrell a las voces, encargándose también de las partes del recordado Layne Staley, algo que cumple con creces. En líneas generales un gran concierto en el que, por poner un pero, me habría gustado haber escuchado más temas de la carrera en solitario de Cantrell, porque tiene material de calidad suficiente para sacar adelante un show.

Drive-By Truckers volvían después de no sé cuántos años al festival y curiosamente también al segundo escenario, en un horario parecido y a pleno sol. La banda que encabezan Patterson Hood y Mike Cooley salió al escenario un tanto dubitativa y además sufrió problemas de sonido, que incluso se llegó a perder durante aproximadamente un minuto (tiempo durante el que la banda continuó tocando con todo el profesionalismo del mundo). Sirviera eso como revulsivo o simplemente fuera una casualidad, lo cierto es que a partir de la arenga que lanzó Hood una vez que el sonido volviera sobre el poder del rock, DBT se convirtieron en una apisonadora. Hay quien se queja de que, problemas aparte, no gozaron de un buen sonido, pero creo que para algunas canciones les benefició cierta saturación. Uno de mis conciertos favoritos de este festival.

Enlazaríamos después con los también muy esperados Afghan Whigs, que se subieron al primer escenario, que en uno de sus laterales recordaba al gran Mark Lanegan, algo que también harían más tarde Greg Dulli y sus chicos al interpretar “Methamphetamine Blues”, tema que según comentó también interpretaron The Gutter Twins en su pretérito paso por el festival hace casi tres lustros. Por lo demás, Afghan Whigs no defraudaron las expectativas (me consta que antes de finalizar el concierto en las redes ya se estaba hablando de este como el concierto del festival), ofreciendo un repertorio muy equilibrado en el que hubo cabida para casi todas las etapas de la banda. No sé por qué han tardado tantos años en pasar por el festival, pero vistos los resultados espero que se conviertan en una de esas bandas recurrentes de su cartel.

Como parte de la representación local, también es casi incomprensible que Soziedad Alkoholika no hubieran sido nunca parte de su cartel, aunque sin duda habrá mucha gente que se pregunte qué pintaban allí. No es mi caso. No disfruto de gran parte de su material, pero entiendo el rock como algo de una riqueza extraordinaria y nunca he comprendido a aquellos que solo siguen un par de estilos. Y además podemos decir que SA son probablemente la mejor banda en su género dentro de nuestras fronteras. Ajenos probablemente a este tipo de discusiones estériles, SA arrasaron el segundo escenario con precisión milimétrica y una buena asistencia que demuestra que hay cabida para todo en el Azkena Rock Festival.

Pero los principales protagonistas (al menos a priori) de la segunda jornada eran sin duda Social Distortion, que también habían sido plato fuerte de una de las primeras ediciones del festival. No es ningún secreto que los de Mike Ness no han cumplido con las expectativas en los últimos años, por lo que yo personalmente no esperaba demasiado de este concierto (mi anterior experiencia con ellos no había sido muy positiva). Esta vez sin embargo Ness había preparado un set list muy atractivo -¡no esperaba escuchar “She’s a Knockout ni en un millón de años!-, en el que tal vez solo sobró la versión de “Wicked Game” de Chris Isaak. El sonido acompañó y la banda se mostró perfectamente engrasada, pero no pude dejar de tener la sensación durante todo el concierto de que Mike Ness suena cansado y que la banda iba un poco al ralentí. Para mí un concierto simplemente correcto.

Con un horario bastante intempestivo, Life of Agony cerraban el escenario dos (y la noche) ante un buen número de personas a las que la banda no se cansó de agradecer su presencia. Según comentó Mina Caputo, los de Brooklyn habían viajado 30 horas para estar en Vitoria, pero por lo visto sobre aquellas tablas no lo parecía. Life Of Agony ofrecieron un concierto muy sólido y contundente en el que se les veía con ganas, y aunque no he seguido demasiado su carrera, debo decir que me sorprendieron muy gratamente.

Sábado 18 de junio

Mi jornada arrancaría con Wicked Wizard, interesante y joven trío vasco de la escuela de Black Sabbath (y tal vez algo de Kyuss en las voces) que congregó a bastante público en el primer escenario, a pesar de que durante su concierto cayeron ya un par de chaparrones. Mi impresión fue bastante positiva.

También son jóvenes -aunque por el tiempo que llevan en esto ya no nos lo parezca- los neerlandeses DeWolff, que pusieron patas arriba el segundo escenario con su enérgica mezcla de blues y rock setentero. Puede que no podamos decir que todos sus álbumes son sobresalientes, pero en directo la banda siempre convence y el Azkena no fue una excepción. La banda sabe además jugar con el público, por lo que la respuesta de este siempre es positiva.

De vuelta al primer escenario, la banda de Israel Nash ofreció un buen concierto… aunque personalmente creo que ese tipo de propuestas no casan bien con el ambiente de un festival. Y prueba de ello es que en la zona donde yo me encontraba se veía claramente al público a lo suyo, muchos incluso dando la espalda al escenario. Una lástima.

Mejor respuesta tuvo la bella Emmylou Harris, que congregó a un público numeroso y de una media de edad bastante elevada. Nuevamente debo decir que probablemente no sea el entorno más adecuado, pero como “es lo que hay” no podremos quejarnos demasiado. Arropada por una banda magnífica, esta auténtica dama del country deslumbró y colmó de felicidad a sus fans, que no son pocos.

Turno después para otra de las mujeres protagonistas de esta última jornada del festival, Patti Smith. La poetisa punk ofreció un concierto con dos partes muy diferenciadas, una primera un tanto anodina (tal vez el recuerdo a Allen Ginsberg se le fuera de las manos), y una segunda que cambió los ánimos por completo. Esta recta final del concierto arrancó con un recuerdo a Paul McCartney por su 80º cumpleaños a cargo de la banda, que interpretó sin la “jefa” un manido “Helter Skelter”, canción que enlazaron con “I Wanna Be Your Dog”. Con Patti Smith de vuelta, fueron cayendo algunos de los clásicos de su repertorio como “Because the Night” o “Gloria” ante el delirio de un entregado público que se acabó de descomponer con el bis, un “People Have the Power” en el que Smith invitó a salir al escenario a Emmylou Harris, a la que ya había dedicado un tema por cierto. Catártico.

Y aunque tenía muchas ganas de volver a ver a Black Mountain, la bajada de las temperaturas y que uno ya tiene una edad provocaron que tuviera que tomar la dolorosa decisión de abandonar el recinto para ir a buscar algo más de ropa. Finalmente solo podría ver un par de canciones del grupo, pero las opiniones son dispares. Como casi siempre probablemente sea mejor quedarse con el término medio.

A la que sí que pude ver fue a Suzi Quatro, la tercera mujer protagonista de la velada. Acompañada de una numerosa banda en la que cuenta con sección de viento y coristas, la de Detroit demostró tablas y su dominio del bajo (no tanto la voz, en la que se nota el paso de los años), pero a mí su concierto me pareció más un espectáculo de casino de Atlantic City o de parque de atracciones, sinceramente. Es agradable que siga en activo no obstante y algunos momentos fueron muy disfrutables (“48 Crash”, “Can the Can”,…), aunque se podía haber ahorrado ese “Rockin’ in the Free World” al que las coreografías de las coristas despojaron de cualquier significado que pudiera tener.

Quedaba no obstante un último cartucho en la recámara… pero qué cartucho: Michael Monroe salió a cerrar el festival con sus habituales maneras espídicas, bajándose al foso a las primeras de cambio y visitándolo con asiduidad a partir de ahí. La formación actual de la banda parece ya totalmente estabilizada después del paso de Ginger y Dregen, y el bueno de Rich Jones se ha convertido en una pieza fundamental del engranaje tanto a nivel de directo como por sus aportaciones a la composición en los últimos trabajos del grupo. Por lo demás el repertorio fue bastante acertado, incluyendo cortes de casi todas las aventuras del vocalista, desde Hanoi Rocks a la actual, pasando por supuesto por Demolition23. Un concierto de orgasmo continuo en el que ni siquiera el mal sonido (al menos en las primeras filas) evitó que gozasemos como enanos.

Y esto, amiguitos, es lo que dio de sí mi Azkena Rock Festival 2022, pero estoy seguro de que el vuestro fue completamente diferente, así que os animo a hacernos llegar vuestros comentarios para enriquecer esta visión.

Foto: Azkena Rock Festival

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