Los bilbaínos Vulk acaban de lanzar “Vulk ez da”, su nuevo trabajo que desde la negación -su título puede traducirse por “Vulk no es”-, busca una reconstrucción del sonido del cuarteto formado por Julen Alberdi, Andoni de la Cruz, Alberto Eguíluz y Jangitz Larrañaga. El disco ha venido precedido por una trilogía de vídeos compuesta por los temas “Lanaren kanta”, “Mailua” y el propio “Vulk ez da”.
Adoptando definitivamente el euskera como vehículo para sus letras, “Vulk ez da” también parece un disco conceptual, con la violencia en todas sus vertientes como tema, además de la propia reinvención del grupo tras un cambio en la formación (Javier Marco cedió su puesto en la batería a Jangitz Larrañaga en lo que en principio parecía una solución temporal, pero que acabó siendo un relevo total).
Así, el grupo encaró la grabación del álbum con Iñigo Irazoki (Belako, Ainara LeGardon) en el Atala Estudioa de Bera (Navarra). Un disco que además fue registrado con la banda tocando junta en directo y en formato analógico, algo que parece haberse transmitido al resultado final, que goza de un buen punto de inmediatez.
“Vulk ez da” nos muestra también a una banda perfectamente engrasada que se atreve a llevar su sonido por senderos nada fáciles que desafían al oyente. Continuadores ahora de una tradición sonora que entronca con otras bandas euskaldunes como Lisabö o Dut, pero también con referencias internacionales como Fugazi por ejemplo, Vulk han dejado tal vez atrás sus aspectos más cercanos al post punk para sumergirse en un sonido lleno de aristas y por momentos inquietante. Esto no quiere decir sin embargo que no encontremos entre esta decena de canciones cortes que se acerquen a un sonido más “convencional” (que no vulgar).
No voy a mentir: cuesta un poco introducirse en estos cuarenta y pico minutos de música. Una música que por momentos puede resultar incómoda, sobre todo a aquellos oídos acostumbrados a sonoridades de más amable digestión. Pero debo decir que, aunque la música de “Vulk ez da” puede representar un pequeño desafío en un primer momento, se acaba destapando como una obra envolvente, llena de matices y totalmente embriagadora.