En 1999, la legendaria Aretha Franklin lanzaba junto al escritor David Ritz -coautor de numerosas biografías musicales y que para entonces ya había puesto negro sobre blanco las vidas de otros colosos de la música negra como Ray Charles o Marvin Gaye- “Aretha: From These Roots”, suerte de autobiografía de tono amable y casi hagiográfico de la genial cantante.
No acabó muy convencido el biógrafo, ya que algunos años después decidiría escribir su propia versión de la vida de Aretha aprovechando todo el material que había acumulado mientras investigaba para la primera obra. A pesar de la oposición de la Franklin, que llegó a ver publicado el libro en vida, Ritz siguió adelante con el proyecto ya que, como cuenta en el prólogo de “Apología y martirologio de la reina del soul”, acabó saliendo el libro que Aretha quería: uno no necesariamente muy ajustado a la realidad (o, como mucho, ajustado a la realidad que la vocalista quería que la gente conociera).
Así pues, de esta frustración nació este relato que contrapone la versión oficial con la de personas cercanas y testigos de aquellos momentos. Y – ¡oh, sorpresa!-, las versiones acaban resultando ligeramente divergentes. En cualquier caso, el autor construye un relato de la vida de la cantante que ha de ser tenido en cuenta porque simplemente se basa en palabras de los que estuvieron allí.
Tal vez Aretha no quisiera que el mundo conociera que, a pesar de lo que podía transmitir a través de su música, la artista fue una niña con una infancia complicada y desde luego poco convencional -su padre era un predicador de cierto renombre-, que atravesó inseguridades y experiencias complicadas. Aunque, por encima de todo, Aretha Franklin nació con un don que cualquiera de los que la conocieron podían ver a simple vista.
Aretha quiso blanquear su historia y tal vez olvidó que a los demás, a los que admiran su música, tan solo les podía importar su genio. Y por mucho que David Ritz nos desvele que todos los ídolos tienen los pies de barro, también lo hace de manera totalmente respetuosa porque, al fin y al cabo, él mismo se consideraba uno de los mayores fans de la Franklin y como confiesa, era una de las tres personas con las que se había prometido a sí mismo trabajar cuando comenzó con la escritura. Y esa admiración se palpa a lo largo de las más de 500 páginas que tiene la obra, seguro, pero Ritz tiene el suficiente oficio como para impedir que el brillo no nos deje ver la verdadera historia.
“Aretha Franklin. Apología y martirologio de la reina del soul” está editado por Libros del Kultrum