¡Ah, los prejuicios! Ese mecanismo dañino de nuestra mente que nos empuja a rechazar cosas basándonos simplemente en una vaga idea que nos hemos hecho o que alguien ha inculcado en nuestra psique. Y no es bueno hacerse ideas preconcebidas sobre nada en este mundo, sobre todo si son negativas, porque uno puede acabar rechazando cosas que no debe. Y aunque uno crea saberlo todo sobre un tema -o un artista, como es el caso-, tal vez haya novedades en ese universo que desconoce precisamente porque no le ha dado una oportunidad.
No me cuesta nada decir que yo mismo acudí prejuiciado a este “Transitus” de Ayreon. Casi ningún subgénero del metal puede hacerme sentir más ajeno que el que representa el neerlandés Arjen Lucassen. Me resultan de una pomposidad sin igual esa especie de óperas rock en las que se embarca habitualmente el multiinstrumentista (nunca me han agradado los musicales, y sé que no estoy solo en esto). Así que cuando me tocó en suerte la reseña de este doble álbum (porque, ya puestos, tenía que tratarse de un disco doble), no pude evitar sentir una terrible pereza y, por qué no decirlo, también cierta desgana. Debería aclarar que sí, he escuchado trabajos anteriores de Ayreon, así que mis negras expectativas sí que tenían cierta base. Y con esto no quiero echar por tierra la carrera del de los Países Bajos, sino simplemente dejar claro al lector que no es precisamente “mi rollo”.
Dicho todo esto, también debo decir que para alguien poco familiarizado con este tipo de obras, “Transitus” acaba resultando un disco de muy fácil digestión y que, incluso, alberga momentos muy logrados. Incluso por el álbum se asoman personajes como Dee Snider (al que odio y amo a partes iguales), Joe Satriani o Marty Friedman, detalles que agradece alguien a quien casi la totalidad de la miríada de participantes en el álbum le resulta prácticamente desconocida. Atención también al narrador de la historia -una especie de “Ghost” (me refiero a la infame película, no al grupo) ambientada en 1884 por cierto-, Tom Baker, conocido por la serie “Doctor Who”. Por lo demás, decir que Lucassen ha confiado en Tommy Karevik (Kamelot) y Cammie Gilbert (Oceans of Slumber) para los papeles protagonistas de esta historia, Daniel y Abby. Una historia que según el propio autor musicalmente se inspira en las bandas sonoras de John Carpenter, Ennio Morricone o Jerry Goldsmith. Casi nada.
Pero sea lo que sea en lo que se ha fijado Lucassen para pergeñar esta nueva ópera en la que al parecer ha estado trabajando tres años, “Transitus” significa -al menos para un público menos “especializado” como pueda ser yo- su obra más accesible de los últimos tiempos. Esto no significa que haya dejado atrás el prog ni nada parecido, pero hay que decir que las canciones están muy bien armadas y que los histrionismos a los que puede conducir este tipo de empresa se reducen a la mínima expresión. Incluso podemos decir que es un álbum que se arrima bastante a un rock más convencional que lo que nos tiene acostumbrados. Si a todo esto añadimos algunas partes vocales con extraordinario gancho, no nos queda otra que rendirnos ante la evidencia: Lucassen ha fabricado una obra que hasta a mí puede gustarme.
No será mi disco del año, eso está claro, pero al menos no sentí el casi incontrolable impulso de parar la reproducción más allá de los primeros tres o cuatro minutos. Y eso en mi caso, creedme, quiere decir algo.