“Lords of Chaos” de Jonas Åkerlund (2018)

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“Lords of Chaos” es probablemente una de las obras más conocidas de la literatura musical de las últimas décadas. Un libro cuyo formato parecía no ser muy propicio para una adaptación cinematográfica, aunque finalmente el director Jonas Åkerlund, co autor también del guion, consiguió trasladar a la pantalla la obra que firmaron al alimón Michael Moynihan y Didrik Søderlind a finales del pasado siglo. Para ello el director se centró en la primera parte de la obra impresa (la interesante por otro lado), básicamente en la relación entre Euronymous y Varg Vikernes.

Como son hechos ampliamente conocidos, no entraré aquí a valorar detalles sobre la historia y la exactitud con la que estos son reflejados en la película. Realmente me interesa más el tratamiento que el director dió a los personajes. Y es que Åkerlund centra la atención principalmente en el fundador de Mayhem, al que además le concede el papel de narrador de los acontecimientos. Un acierto en cuanto a la forma de narrar la historia, sin duda, pero tal vez también un intento por crear un personaje con el que el espectador se pueda identificar mínimamente. De este modo, Øystein Aarseth se convierte así en protagonista absoluto del metraje e incluso en un personaje ambivalente: como creador del “verdadero black metal noruego” sería el ideólogo de toda una serie de fechorías que irán cometiendo sus acólitos, pero también se nos muestra como alguien que con el transcurso de los acontecimientos se va dando cuenta de lo lejos que otros han llevado sus bravuconerías y hasta vemos que tiene su corazoncito cuando recuerda a su compañero del alma caído, el vocalista Dead.

Mientras, Vikernes aparece como una suerte de Némesis de nuestro “héroe”, alguien que cansado de vivir a la sombra del “autor intelectual” decide autoproclamarse en líder del movimiento, cabecilla de ese inner circle formado por post adolescentes burgueses desorientados y con poco cerebro. Su papel en la película es clave, como no podía ser de otra manera porque también lo fue en los acontecimientos reales, pero aquí parece que se nos quiere guiar hacia una cierta empatía con Euronymous y el rechazo hacia un Vikernes que roza la oligofrenia. Y a juzgar por sus testimonios posteriores bien podría ser así, pero en pos de la narración el director aquí nos hace trampas y nos hace elegir entre uno de los dos bandos (Euronymous bueno/Vikernes malo).

Llegados a este punto, reconozco que todavía no sé si la adaptación a la gran pantalla de “Lords of Chaos” me ha gustado o no. Lo que sí sé es que esa no es la idea que yo guardo en mi mente sobre esta historia. Mi conclusión cuando leí el libro es que todos los involucrados eran una escoria demente incapaz de darse cuenta de que lo que predicaban algunos en sus discos era únicamente una pose, como el satanismo de Venom por ejemplo. Dentro de la desorientación propia de su edad, estos tarados llevaron las cosas demasiado lejos en una especie de competición por convertirse en el más malvado del grupo. Y aquí no se salvaría ninguno, ni Euronymous, ni Vikernes, ni el resto de tarugos imberbes implicados.

En cierto modo, con esa forma de narrar la historia, el director da la razón al Vikernes real cuando asegura que Euronymous no era más que otro de esos posers que tanto decía odiar (aunque curiosamente no se haga mención a la supuesta homosexualidad que Varg también esgrimió como uno de los motivos de su “ejecución”). Y lo cierto es que esa versión de la historia encaja perfectamente con lo que se nos cuenta en el libro porque, desafortunadamente, Aarseth no está posición de contarnos la suya. En cualquier caso, dejo en manos del espectador la valoración de lo que, al fin y al cabo, no es más que una película.

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