Joe Bonamassa – ‘Redemption’ (Provogue 2018)

El guitarrista ha entregado un disco un tanto irregular que no engancha

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Recién editado hace unos días está “Redemption”, el decimotercer álbum de estudio de Joe Bonamassa (esta cuenta no observa, lógicamente, la miríada de proyectos paralelos en los que está involucrado el guitarrista).

A la hora de encarar esta reseña se me ocurre tirar por el lado pedante y recurrir a la cultura clásica: se atribuye al filósofo griego Parménides de Elea una visión del mundo en la que los cambios son solo aparentes, ya que la realidad se puede reducir a una unidad idéntica y estática. Pues bien, eso es exactamente lo que parece ocurrir con esta nueva obra de Bonamassa. Encontramos en esta docena de canciones varias novedades, como es el concurso de dos guitarristas de apoyo, algo que según el propio Joe le permitió tocar “de una manera diferente”, o que estemos ante “el álbum más desafiante y diverso que Joe haya hecho”, en palabras de Kevin Shirley.

Y sin embargo también tenemos algunas constantes que ya parecen eternas: produce de nuevo -como ya hemos dicho- Shirley, Anton Fig se encarga de la batería, entre las coristas volvemos a encontrarnos con Mahalia Barnes,…

Siguiendo el proceso que comenzó con “Different Shades of Blue” (2014) y continuó con “Blues of Desperation” (2016), Bonamassa parece querer cerrar un círculo con este “Redemption” -los tres compuestos únicamente de material original-, como si quisiera cerrar algún tipo de herida y cada disco representara una etapa del proceso. El músico ha llegado a declarar al respecto que “estoy pasando por otras cosas en mi vida que no esperaba estar viviendo. Es un levantamiento, es contrición, es aceptación, es todo. Es doloroso, pero sabiendo que después vendrá un crecimiento”. En estas palabras puede estar la clave de que el guitarrista no haya parado ni un minuto entre unos proyectos y otros durante los últimos años.

En cualquier caso, Joe Bonamassa es uno de esos artistas con los que parece que no valen las medias tintas: o le adoras o no soportas su música. Mi caso debe de ser la excepción a la regla, porque si bien mucho de su material me deja más bien frío, sus últimos trabajos sí me parecen obras muy logradas. Y aquí es donde este “Redemption” me chirría un poco.

El disco comienza con aires de hard rock y mucho protagonismo de la sección de viento. A la primera escucha está claro que la cosa promete. Desgraciadamente esto se va diluyendo conforme avanza el minutaje, lo que convierte a este disco doce más uno del de New Hartford en un disco un tanto irregular. Variedad no le falta, eso sí, pero personalmente me quedo con obras anteriores por una razón muy sencilla: “Redemption” no me ha enganchado.

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