Ian Gillan & the Javelins – ‘Ian Gillan & the Javelins’ (earMUSIC 2018)

El vocalista hace un homenaje a sus inicios junto a su primera banda

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Uno se pregunta qué puede haber empujado a alguien como Ian Gillan a lanzar a estas alturas un disco como este. Aunque la respuesta también parece bastante obvia: con el recorrido de Deep Purple en principio finiquitado (aunque eso está también por ver), resucitar a su primera banda se antoja una buena jugada.

El vocalista mata varios pájaros de un tiro: hacer justicia a sus inicios, hacérsela de paso a todos aquellos grupos que en los primeros sesenta se encargaron desde el Reino Unido de revitalizar -aunque fuera a la larga- la escena mundial del rock recuperando canciones de sus colegas estadounidenses, y mantenerse entretenido mientras se despeja la incógnita de qué va a ocurrir con la púrpura profunda.

Gillan sin embargo parece querer justificarse a toda costa por haber lanzado este cedé junto a los músicos con los que giraba cuando comenzó con su carrera. En el texto que ha escrito explicando el origen y objetivos del trabajo, nos cuenta que en aquellos primeros años de la colorida década de los sesenta del siglo pasado, ninguna banda británica contaba con material propio; todo eso llegaría después, pero mientras tanto, aquella enorme generación de músicos que en muchos casos dominarían la escena pop y rock entre finales de dicha década y la siguiente, aprendería el oficio interpretando tonadillas ajenas.

Aunque aquí haya antepuesto su nombre -por evidentes motivos comerciales- al de la banda, lo cierto es que estos The Javelins son los músicos originales con los que se fue soltando Gillan en aquellos años de formación.

Uno entiende que para Gillan, y por extensión para el resto de la banda, esto de debutar discográficamente alrededor de medio siglo después de su época de actividad debe de haber resultado una experiencia divertida a la par que una forma de quitarse esa espinita. Pues bien, objetivo cumplido entonces… pero poco más se puede sacar en claro de estas dieciséis insulsas versiones que parecen ejecutadas por un puñado de funcionarios somnolientos.

Personalmente, esta colección de estándares me parece bastante prescindible. Como dice el propio Gillan, se trata más o menos del listado de temas que recogía un set list de los Javelins de la época. Por eso no encontramos aquí ninguna canción especialmente sorprendente, lo que tiene su lógica, pero tampoco ninguna interpretación memorable, ninguna aportación destacable ni nada que nos saque del letargo. Aunque tal vez tenga algo de interés antropológico para los fans de Deep Purple…

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