Jetbone – Zaragoza (Sala King Kong 28-4-2018)

Estupendo directo de una banda que parece transplantada directamente de los 70

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Si leéis con frecuencia esta web, me habréis visto quejarme alguna que otra vez sobre la falta de relevo generacional entre el público de los conciertos de rock. Y sin embargo las giras de conciertos parecen haberse multiplicado y siguen surgiendo bandas sin descanso, de manera que resulta realmente complicado ver todo lo que uno quisiera y estar al día de cada nuevo grupo que aparece.

Y sí, en ocasiones nos están llegando grupos que tal vez no pasen de la categoría de banda de bar, pero también hay nuevos conjuntos que merecerían haber nacido algunas décadas antes, porque hoy en día el público del rock parece encontrarse en constante retirada. Alcanzar una gran repercusión así resulta virtualmente imposible.

Los suecos Jetbone podrían ser un buen ejemplo de grupo de hoy pero que parece trasladado en el Delorean modificado de Doc directamente desde los años setenta. El joven quinteto ha estado estos días visitando nuestro país, con una fecha de Zaragoza en pleno fin de semana que parecía diseñada para la fiesta y el despiporre. De hecho, fue lo primero que se encargó de avisar la banda nada más tomar el escenario, que estábamos en plena noche de sábado.

No sabíamos de todas maneras lo que se nos venía encima cuando a las 22:30 empezaron a sonar las canciones del grupo. Tomando como referencia su último disco, el notable aunque tal vez sobreproducido “Come Out and Play”, la banda bien podría haber tomado la vía de ofrecer un rock de corte más contemporáneo; en cambio, lo que Jetbone nos dejaron claro desde un primer momento es que habían venido a derrochar rock de ascendencia setentera y a sudar la gota gorda haciéndolo.

Las referencias más obvias (The Black Crowes, The Rolling Stones) se dejan apreciar a las primeras de cambio, pero Jetbone también muestran otro tipo de influencias que hacen que su música se acerque a nombres más pasto de connoisseurs como Humble Pie, James Gang o Nazareth. Su ascendencia nórdica también se aprecia en el uso (para algunos abuso) de las posturas “del rock” al modo de unos The Hellacopters por ejemplo; nada que objetar, esa es su escuela y personalmente creo que no se trata de algo forzado.

La banda también se esfuerza por contactar con el público, de manera que desde el escenario invitan al respetable a dar palmas, corear los estribillos o cantar al micrófono que su guitarrista pasea sobre las cabezas de las primeras filas.

Y así, entre bailoteos de un público que sí supo sumarse finalmente a la fiesta del sábado noche, Jetbone sorprendieron no con uno, sino con dos bises que fueron precedidos de un solo del teclista, un joven de 19 años que manejaba con pericia el instrumento y que se ganó el respeto de todos cuantos estábamos allí presentes. Hora y media de música en total en la que Jetbone demostraron que tienen madera de convertirse en clásicos y que saben manejar los tiempos del concierto con una pasmosa efectividad. Si decía yo en mi reseña de “Come Out and Play” que el disco tal vez suene excesivamente limpio, en directo demostraron que saben embadunar de la grasa suficiente sus canciones. Yo repetiré.

Fotos: Vicente J. Cabello

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