“Nick Drake. Recuerdos de un instante” de Gabrielle Drake y Cally Callomon

Composición poliédrica que ayuda al lector a crearse una imagen en 3D del personaje de Nick Drake

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En ocasiones, los fans de la música tendemos a forjarnos una imagen de nuestros ídolos que no deja de ser una simplificación de su verdadera personalidad. Armados con datos fragmentarios, anécdotas que pueden ser reales o historias completamente apócrifas y artículos o libros en los que el autor ha podido estar más o menos atinado, de hecho parece que al fan medio lo único que le interesa es el cliché, que la idea que se ha hecho de algún artista o grupo se perpetúe en cada nueva lectura o visionado de reportaje o documental. Como en la vida misma, tendemos a reafirmar nuestras ideas en todo aquello que vemos o leemos, a pesar de que la idea original fuera completamente diferente a la conclusión que nosotros sacamos. Las estrellas del rock y del pop no son ajenas a todo esto y todos los Morrison, Hendrix, Joplin, Bonham, Vicious o Cobain acaban simbolizando algo que probablemente era solo una pequeña parte de su personalidad real.

Uno de estos casos también podría ser el de Nick Drake, artista que se mantiene todavía en un discreto plano dentro de los mártires caídos del rock a pesar de que su muerte fue prematura, como la de otros, y las muestras de su arte que fue dejando en forma de disco merezcan toda nuestra atención. Pero esto no son matemáticas y a veces con la música dos más dos no acaban sumando cuatro, por lo que el caso de Drake podría encuadrarse dentro de los límites de eso que se llama “figura de culto”.

De cualquier manera, esto no ha sido óbice para que la imagen de Nick Drake que ha trascendido y se ha transmitido sea simplemente la de un alma torturada víctima de uno de los últimos tabúes que todavía quedan en esta sociedad posmoderna, egoísta y superficial, que no es otra cosa que la depresión y el suicidio.

Viendo las cosas desde el punto de vista de alguien cercano, como puede ser algún familiar o una persona íntima, tiene que resultar frustrante que alguien a quien quieres y de quien conoces otros aspectos vitales (y normalmente mucho más positivos), sea reducido a unas breves características que no pasan de simple boceto de personalidad. Personalmente no me extraña que Gabrielle Drake, hermana de nuestro protagonista, quisiera dar a conocer otra cara de Nick con esta voluminosa obra coral (son cerca de 500 páginas) en la que se van enlazando diferentes recuerdos de toda la vida del cantautor británico.

Cartas, fotografías, manuscritos, poemas y otros recuerdos familiares conviven en esta cuidada edición con testimonios de algunos que le conocieron, lo que da una composición poliédrica que ayuda a que el lector pueda crearse una imagen en tres dimensiones del personaje; luego ya queda a discreción de cada uno cambiar sus ideas preconcebidas o reafirmarse en ellas. De nuevo, como en la vida misma.

“Nick Drake. Recuerdos de un instante” está editado en España por Malpaso.

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