La de Kaleidoscope es una de esas típicas historias de la música popular que combinan mala suerte, olvido y culto y reivindicación años después. Dejados de lado por su propio sello, como contaría el propio Peter Daltrey durante el concierto, Kaleidoscope se vieron alejados del éxito masivo que tal vez les hubiera correspondido en los años 60 del Swinging London y del paso de una sociedad en blanco y negro que se recuperaba de un conflicto bélico a otra en tecnicolor que trajo consigo una explosión cultural y musical como no se había visto hasta entonces.
Y aquí, cincuenta años después y con unas canciones que no solo han permanecido desde entonces, sino que han servido de inspiración para varias generaciones de músicos posteriores, Daltrey se ha enredado en una pequeña gira con la que está conmemorando el 50 aniversario de la edición de “Tangerine Dream”, el primer disco que editaron bajo el nombre de Kaleidoscope y que será reeditado justo cuando se cumpla la efeméride, el próximo noviembre.
Había ganas de ver a Daltrey: con casi todo el taquillaje vendido antes de abrir las puertas y agotado totalmente para cuando comenzó el concierto, los aficionados se agolpaban en la entrada de La Lata de Bombillas. Flotaba en el ambiente también cierta desconfianza sobre cuál podría ser el estado de forma del vocalista. Daltrey la borraría de un plumazo en tan solo unos segundos, tras las primeras notas de “Kaleidoscope”, que hicieron venirse al público arriba. El cantante puede tener pinta de venerable anciano, pero luce mejor aspecto que muchas personas con 20 o 30 años menos que él. Y lo que es más importante, cumple con creces, y poco importa que tenga un atril con las letras de las canciones poque no vacila en ningún momento.
Acompañado de músicos jóvenes que recrean el cancionero de Daltrey, el británico es capaz de ofrecer más de hora y cuarto de concierto de pura exquisitez psicodélica, dejando noqueado al público en varias ocasiones en el transcurso del mismo. Convencería incluso a los poco familizarizados con el estilo y con la propia carrera de Daltrey. Las anécdotas sobre la composición y otras historias que cuenta para presentar algunos de los temas funcionan también a la hora de desarmar a un respetable en el que destacaban asimismo varios músicos conocidos en la escena local. Y después del concierto, humildemente se acercaría al puesto de merchandising a firmar y a posar con todos los que así lo desearan. Simplemente entrañable.
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