Mew – Estocolmo (Filadelfiakyrkan 12-10-2017)

"Su vocalista encarnaba a la perfección al músico introvertido, huraño y torturado que en realidad no desea estar donde está, aunque ahora se le ve más suelto y natural"

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Cuando uno creía ya estar de vuelta de todo en material conciertil, hete aquí que termina en una situación de lo más pintoresca. Lo digo por el marco “incomparable” en el que tuvo lugar este evento, previo pago de cuarenta euros del ala para l@s feligreses de a pie. Me sonaba el nombre de la iglesia de Filadelfia como local en el que han actuado luminarias varias del pop -como Ed Harcourt y Conor Oberst, sin ir más lejos- pero no contaba con que hubiera que sentarse. Una vez en el recinto, y tras escuchar media canción de la solista Lydmor (ella más instrumentos electrónicos, parece que no me perdí nada), se me acerca un segurata y me insta a mover la cesta de mi bici, que había dejado en el pasillo… y eso que éste era de un metro y medio por lo menos, pero en fin, seguridad ante todo. Cual pez fuera del agua, pululo por el local y me percato de que… ¡la iglesia se moderniza! Bueno, tampoco pidas peras al olmo, simplemente topo con un aparato que acepta tarjetas de crédito para las sempiternas colectas eclesiales. No es por ponerse a idealizar y pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero mi sensación directa fue que, si este es el estado del rock en 2017, pues vamos apañad@s. Sea como fuere, el trío danés acude puntual a su cita con el escenario. Presentan su ya séptimo álbum, “Visuals”, tan ampuloso y grande como nos tienen acostumbrad@s. Según transcurre su repertorio reparo en que los temas que me suenan son bien pocos, no en vano les perdí la pista en “And the Glass Handed Kites”, hace más de 10 años. Por aquellos entonces su vocalista encarnaba a la perfección al músico introvertido, huraño y torturado que en realidad no desea estar donde está, aunque ahora se le ve más suelto y natural, siempre armado de su inconfundible falsete. Lo cierto es que, para cuando me quise dar cuenta, ya entramos en la recta final del concierto, síntoma de que los de Copenhague hacen bien las cosas y su particular góspel no aburre. Y para el bis, con temas como la insuperable “Am I Wry? No”, “156” o la postrera “Comforting Sounds”, ya no cabían objeciones. La doble guitarra, presente en estos últimos temas, hace justicia al sonido Mew, y es que durante buena parte del bolo no tuvo el protagonismo esperable, en beneficio del bajo. Será cosa de la ubicación que me tocó, pero es que no tod@s tenemos el don de la ubicuidad.

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