Apenas tres días después de su publicación (viernes 4 de agosto) y pendientes de su próxima gira, que programará fechas por estos terruños allá por el mes de enero de 2018, nos planteamos en Rock and Roll Army regurgitar una serie de ideas sobre las encontradas sensaciones que nos suscita este nuevo trabajo de nuestros otrora reverenciados germánico-teutónico-alemanes, los míticos Accept.
Supongo que no hay nadie mejor que Accept para fabricar la música de Accept, pero llegados a este punto, y aunque a Mr Santamaría le asalten irreprimibles impulsos de dar buena cuenta de mi persona, a mí me surge una transcendental duda: ¿realmente esto es Accept?
De acuerdo, hay miembros originales entre sus filas, el logo de la portada (más “barroca” de lo que es habitual en ellos) lo expresa bien clarito y la voz del cuasi “impersonator” Mark Tornillo se acerca mucho por momentos –demasiado, a veces- a la del ínclito Udo Dirkschneider, pero ¡esto no es Accept, es otra cosa!
Igual que no era Accept -era otra cosa- la formación que, junto al estadounidense David Reece a la voz, publicó el disco “Eat The Heat” (RCA, 1989) el cual, incluso a pesar de temas como “Generation Clash”, lo más “accept” de aquel trabajo, quedó para la posteridad catalogado como un auténtico -“engendro” iba a escribir-; como un auténtico, decía, “malogrado e incomprendido experimento” con destino al mercado usamericano.
Bien. Una vez expuesta la pueril declaración de principios musicales, negadora de la natural y necesaria evolución de todo ente orgánico, y superado el trauma (infantil, también) de ver mancillado el mito, nos centraremos en lo que importa: “The Rise of Chaos”, cuarto larga duración de la “Era Tornillo” para los de Solingen.
Continuando con la línea más dura y actual iniciada con Tornillo en “Blood Of The Nations” (Nuclear Blast, 2010), esta obra va desgranando durante 46 minutos, divididos en diez canciones, todo el potencial de los Accept de 2017.
Producción y factura impecables para un disco donde no faltan los tópicos que hicieron de los alemanes un clásico (sus característicos coros y riffs) en temas como “Koolaid” o “Analog Man” (aunque en esta última podrían haber elegido como inspiración alguna otra canción menos emblemática que “Balls To The Wall” para ese “pre-chorus”. Me lo parecerá a mí…).
En cualquier caso, y a pesar de esas claras auto referencias, no llegan en ningún momento los alemanes a hundirse en el abismo del auto plagio, detalle altamente valorable.
La conjunción de partes de su sonido más reconocible y clásico con la nueva dirección iniciada, como comentábamos, con la inclusión de su “nueva” voz, el estadounidense Mark Tornillo, conforman un todo de resultados más que notables. “The Rise Of Chaos” es un buen disco. Baltes y Hoffman están a la altura de las circunstancias y superan el trance mucho más que dignamente. Tras varias escuchas, el disco se introduce cual parásito simbionte en tu cerebro y ya no sale más. “Hole In The Head”, “The Rise Of Chaos”, “Worlds Colliding” “Carry The Weight” o “Race to Extintion”. En cualquiera de estos títulos se esconde un momento en forma de riff o solo extraordinario que los hace memorables. El bueno de Wolf, sigue en forma. No en vano fue considerado en los 80 como uno de los mejores guitarristas de rock de la época, y sin lugar a dudas, uno de los favoritos de muchos de nosotros aún hoy día. Respecto al otro bueno del binomio de veteranos creadores de la formación, Peter Baltes, es justo decir que sigue aportando su carisma y simpatía personal, que no es poco.
El que decida invertir más de tres escuchas en “The Rise Of Chaos”, probablemente no lo lamentará. Probablemente.
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