La vorágine musical en la que se convirtió el viernes pasado la capital del reino es digna de estudio. Una frenética actividad que mezclaba bandas y salas en atípicos festivales que competían con la programación regular, y también algún que otro evento que no requería pasar por caja, para regocijo de los seguidores del todo gratis, que tantos efectos secundarios conlleva en la cultura.
De entre esas miríadas de opciones, una de ellas destacaba por encima de la media, al menos para nosotros. Nos referimos a la cita que nos tenían preparada Indypendientes en la sala Ya’sta, con una de las bandas más interesantes de la pérfida albión en estos momentos.
Circunstancias de última hora hicieron que los gallegos Chicharrón se cayeran del cartel por motivos ineludibles. Desperate Journalist no se arredraron ante la soledad en las tablas, y nos ofrecieron un concierto para el recuerdo.
Para cuando llegó la hora de la actuación se habían reunido ya en la sala un numeroso grupo de asistentes, que con una media entrada abundante hicieron que el lugar alcanzara un confortable ambiente. Jo Bevan y los suyos se subieron al espartano escenario con una apariencia timida, que cambió en cuanto los primeros acordes de la energética “I Try Not To”.
Desde ese momento encontramos una banda sólida y energética defendiendo con confianza y aplomo su apuesta musical. El compacto sonido nos sorprendió por su nitidez y contundencia. Hay que decir que las canciones de Desperate Journalist crecen en gran medida en directo, y hemos de decir que si las canciones en su formato de estudio son ya de por sí interesantes, encima de las tablas despliegan todo su potencial.
Su post punk luminoso con retazos shoegaze embrujó al público, que rápidamente cayó en sus redes respondiendo con efusividad a los temas que iban desgranando. Cabe destacar la solidez de la banda, en la que debemos destacar a Simon Drowner, que ejerce de pegamento que soporta en gran medida el sonido del grupo, dejando a Robert Hardy el espacio suficiente para construir ese entramado de capas y atmósferas con sus doce cuerdas.
Aunque si algo tenemos que destacar es a Jo Bevan. La textura de su voz nos transporta el momento dulce en el que el indie británico tuvo su mayor esplendor, y a un poco mas atrás en la historia en algunos momentos, cuando sus melodías vocales enlazan con Siouxie o incluso The Chameleons, todo ello, evidentemente, pasado por su personal impronta, que hace que pese a tener un poco en la cabeza esas referencias, descubras que la personalidad y el modo de defender sus canciones de Bevan sea un sello propio que emerge por encima de ellas. Su presencia y aplomo sobre las tablas son también dignas de mención. Estamos ante una vocalista que transmite una honestidad y credibilidad impresionantes, junto con una emotividad que pocas veces tenemos la ocasión de presenciar.
Una cosa que si que es evidente al escucharles es que son una banda, no un grupo que acompaña a Bevan, y eso queda muy patente en la forma en la que muestran sus temas. Así van cayendo temas, en su mayoría de “Grow Up”, como “Hollow”, “Reminder” o la esplendida “Lacking In Your Love”, aunque hay espacio para los de su primer y homónimo trabajo con “Reminder” o “Control”, o incluso mas atrás con “Cristina”.
Así van cayendo los temas de un amplio set list hasta que se produce un pequeño impás para que Jo y Robert se queden en escena en solitario para defender “Radiating”, y se vayan, ya en formato completo, después de una energética “Resolution”.
Suben de nuevo al escenario para afrontar los bises, abriendo con “Happening”, a la que sigue “Your Genius”, y esa joya de sus comienzos “(Elizabeth, My) Organ”, sirve para terminar uno de los mejores conciertos a los que hemos asistido este año, lo cual pudimos corroborar con los comentarios de los asistentes, que se iban del lugar con una dosis estupenda de positivismo, siempre desde la oscuridad.
Y es que ya lo decían sus adorados Smiths, “there’s a light that never goes out“. Nosotros estamos seguros de que Desperate Journalist tienen esa luz, esa luz destinada a las cosas grandes, y es una luz muy intensa la que atesoran estos cuatro muchachos. No les pierdan la pista. No se los pierdan.