No se puede culpar a una banda por intentar crearse su propio universo musical, aunque para ello se inspiren en sonidos del pasado (¿y quién no echa su mirada atrás en busca de inspiración por otra parte?). Claro, que ciertas cosas pueden resultar arriesgadas, sobre todo cuando una parte importante de tu propuesta incluye el uso de una imagen extravagante y una puesta en escena diferente.
Buguibún, quinteto madrileño que debuta con “Tsunami adolescente” y formado por “veteranos de la escena” (han pasado por bandas como Eskizos, The Dragsters, Sally Brown o Bummer), es el caso de banda que parece tener las cosas muy claras y una firme determinación por sacar adelante sin complejos una propuesta poco habitual en estas latitudes.
Con el glam setentero y la purpurina como principales inspiraciones (personalmente también veo cierta conexión Stones vía Burning), Buguibún han construído un disco lleno de autoreferencias y temas recurrentes (el propio “buguibún”, la obsesión por el baile,…) en un desenfadado intento de revivir uno de los pocos estilos del rock que apenas han sido recuperados por generaciones posteriores (en años recientes se me ocurre el nombre de los italianos Giuda… y para de contar). Y eso incluye una imagen extravagante y un colorido que incluso tiene su reflejo en la estupenda portada creada por el reputado ilustrador y diseñador Mik Baro.
Reconozcámosles al menos ese valiente intento. Otra cosa es el resultado musical, porque sospecho que con “Tsunami adolescente” no existen las medias tintas. Y que conste que musicalmente el disco está logrado, pero son las letras las que no acaban de convencerme. Por qué no decirlo, algunos de los textos me chirrían bastante -aunque esa adaptación al castellano de “Ballroom Blitz” no suene escandalosamente mal-. Tal vez es que no sea muy amigo de las letras en la lengua de Cervantes, pero me resulta difícil de conectar con algunas de este disco. Cuestión de gustos supongo.
