Lleva un título un tanto cenizo este disco el debut discográfico de Sigmund Wilder, alter ego del catalán David Martínez. Tal vez esté en consonancia con su contenido, que se baña principalmente en las aguas turbias del post punk para ofrecernos una propuesta que suena clásica, pero a la vez totalmente actualizada.
Estas doce canciones parece que han sido compuestas a lo largo de varios años, para finalmente ser registradas bajo la batuta de David Palau en el Divertimento Studio entre julio y diciembre del pasado 2016. El propio Wilder/Martínez se hizo cargo de grabar la mayoría de instrumentos, y como detalle curioso a la par que entrañable, comentar que está dedicado a la memoria de David Bowie, un músico al que el autor confiesa profesar admiración desde la infancia.
Si bien hemos mencionado que la principal inclinación musical de este disco es el post punk, es necesario matizar esa afirmación. Porque en “The Art of Self Boycott” se pueden detectar, como mínimo perfiladas, algunas otras influencias que van desde la electrónica de muchas de las bases a algún leve arrebato más cercano al género industrial. A partir de ahí, Wilder va construyendo un discurso que suena sólido, compacto y contundente. Un discurso además donde la inspiración no se convierte en mero mimetismo hacia sus fuentes, sino en un ejercicio donde las composiciones adquieren una personalidad propia que, si bien sí nos puede recordar a algunos nombres concretos, conforma en esencia un ente totalmente original.
“The Art of Self Boycott” es como decía un álbum muy compacto, algo que ayuda a que el oyente lo observe como un todo y que dificulta a su vez la selección de temas concretos. Pero que no se entienda mal, ello no significa que sea un disco monocorde. Ni mucho menos.