Resulta curioso comprobar cómo cambian las apreciaciones sobre algunos discos con el paso del tiempo. Cuando se editó “Three Snakes and One Charm” en el año 1996, pensé que The Black Crowes habían tropezado con su cuarto disco. No le pillaba el punto a unos temas que, en aquel momento, me parecieron vibrar en una frecuencia triste y ceniza. No digo que pensara que era malo, pero sí que sentí que aquellas canciones no eran para mí.
Al cabo de los años volví a escuchar el disco y descubrí que es una pequeña maravilla de principio a fin. No sé cómo ni por qué, todos esos temas cobraron una nueva dimensión para mí. Tal vez se debiese a un estado anímico o a que con el paso del tiempo había enriquecido mi vocabulario musical, pero la cuestión es que ahí tenía yo delante una nueva obra maestra a cargo de los hermanos Robinson. Y lo mejor es que ni siquiera habían lanzado un nuevo disco (¡Ah! ¡Qué gran sensación es ser un melómano y darse cuenta de que siempre queda buena música por (re)descubrir!).
“Evil Eye” es el tema que cierra en su edición normal el disco y se ha convertido en uno de mis preferidos de The Black Crowes desde aquella tarde en la que algo me empujó a darle una nueva oportunidad a “Three Snakes and One Charm”. Y no se me ocurre hoy mejor manera de empezar el lunes que con esta canción.
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