Que un producto tan decididamente noventero como Helmet pueda sonar perfectamente vigente en la segunda década del nuevo siglo, solo puede significar una cosa: que Page Hamilton y los suyos lo han hecho bien. Y no me entendáis mal, Helmet fue probablemente una de las mejores bandas de la segunda división (en cuanto a su repercusión popular, no es nada despectivo) del rock alternativo de aquella era, pero hacía años que no habían sabido recrear con convencimiento las atmósferas que contenían sus mejores lanzamientos.
Tampoco podemos olvidar que, si bien no llegaron a ser de los grupos más punteros de la escena alternativa, sí que llegaron a ser bastante conocidos y su estilo influenció a multitud de otras bandas que, conscientemente o no, han perpetuado algunos de sus elementos más característicos. Tal vez me esté precipitando entonces y realmente el sonido de Helmet nunca haya desaparecido del todo del escenario musical, pero tampoco es menos cierto que sus últimos discos parecían un tanto anquilosados en cierto momento.
Así, podemos decir bien alto y claro y sin ningún temor que “Dead to the World” es probablemente su mejor disco desde aquella época dorada que cerraron con “Aftertaste”. Y también probablemente lo que convierta este lanzamiento en un artefacto tan interesante es que Hamilton parece haberse salido de su zona de confort -sobre todo vocalmente- para darle al sonido del grupo otros bríos que se echaban en falta desde que volvió a resucitar el grupo ya casi mediados los dosmiles.
Tampoco podemos decir que el sonido de “Dead to the World” sea especialmente rompedor con la tradición de la banda, porque aquí seguimos encontrando los característicos riffs de Hamilton, pero sí que es cierto que el líder y único superviviente de la formación original del grupo se ha atrevido con temas tal vez más melódicos -y en algún caso hasta comerciales- de lo que nos tenía acostumbrados. Sin temor a arrimarse a terrenos pop, algunos de los estribillos de este disco son de lo más brillante que ha compuesto en años, y un tema como el hipnótico “Life or Death” que cierra esta decena de canciones podría ser la perfecta muestra de la fusión de todo lo que venimos mencionando.
Los 37 minutos de “Dead to the World” resultan, en definitiva, un viaje intenso y a la vez sorprendente. Pero sobre todo nos muestran a un Page Hamilton que parece haber encontrado una nueva dirección para su sonido. Una más convincente que lo que venía haciendo últimamente y, por lo tanto, más prometedora. En esta coyuntura, que haya incluido una versión del “Green Shirt” de Elvis Costello parece no ser una mera anécdota.