DeWolff – ‘Roux-Ga-Roux’ (Electrosaurus 2016)

3.6/5 - (39 votos)

Dewolff confirman con “Roux-Ga-Roux”, su nuevo trabajo, que van a seguir siendo esa eterna promesa, ese grupo en el que cierta parte del público había puesto sus esperanzas (en base sobre todo a sus enérgicos directos). Estuvieron a punto de conseguir algo en su anterior disco, “Grand Southern Electric” (2014) con una moderna producción de Mark Neill (productor de The Black Keys) que intentaba acercar al mainstream hacia ellos y dejaba totalmente de lado la psicodelia, jugada esta sin duda relacionada (aunque ellos mismos nos lo negaran por aquel entonces) a un mal disimulado intento llegar a público más mayoritario.

Sin embargo, un cancionero algo plano y una enervante falta de hit-singles hicieron que “Grand…” fuese otro más de sus discos y no de los buenos, precisamente. Tras la publicación en 2015 de un directo que no logra hacer justicia a lo que son sobre el escenario y ya en pleno 2016, encontramos que “Roux-Ga-Roux” supone una ligera vuelta a las formas. Este álbum lo forman una colección de canciones con las que no van a pasar, al menos por ahora, de ser otra de esas bandas revivalistas que saquean el pasado con algo de gracia. Quizás el exceso de expectativas ha llevado a sobrevalorar la capacidad de este grupo, quizás ellos siempre han sido los mismos y el problema lo tenemos el público y los críticos, siempre tan dispuestos a ensalzar a los penúltimos salvadores del rocanrol.

Pero centrémonos en las canciones. Como digo, en algunos momentos parecen querer volver a las formas. “Tired of Loving You”, una poderosa balada de blues rock blanco, es un buen ejemplo de ello, y es precisamente en temas como estos donde demuestran sus verdaderas cualidades y desarrollan su potencial. Hay otros momentos en los que siguen desarrollando algunos de los sonidos que incorporaron en su anterior LP, con ramalazos soul que se me antojan algo forzados. ¿Detecto la influencia, quizás, de notorias (y sobrevaloradas) bandas actuales como Alabama Shakes? Es entonces cuando el otrora poderoso trío suena domesticado, con canciones que parecen compuestas en automático y en un exceso de indulgencia.

Alguno de los mejores momentos lo encontramos en la recta final del álbum, con maravillosas composiciones como “Love Dimension”, la cual tras varias escuchas no puedo dejar de preguntarme por qué ha quedado relegada a servir prácticamente de cierre. “Baby’s Got a Temper” es otro de los temas que quizás sobreviva más allá de su actual gira, pero lo tendrá difícil al tenerse que justificarse con sus primerizas composiciones.

Y ya para finalizar, y de manera quizás algo subjetiva, añadiré que todavía no puedo asimilar cómo, si es que este álbum es una ligera vuelta a las formas, no han recuperado de manera más evidente los efluvios psicodélicos de los que han hecho gala a lo largo de su carrera. Está claro que lo llevan en el ADN, pero parece que se empeñan a disimularlo.

Comentarios

Comentarios