Joe Bonamassa sigue acumulando referencias discográficas a un ritmo que desmoralizaría hasta a la más prolífica de las bandas de los 70. Su enésimo lanzamiento bajo su propio nombre (hace el número doce en realidad) lleva por título “Blues of Desperation”, y contiene once nuevas canciones -todas originales- producidas por su inseparable Kevin Shirley.
Para registrar este nuevo disco, Bonamassa decidió cambiar de ubicación, dejando la isla griega de Santorini -donde ha grabado varios de sus últimos álbumes de estudio- por la ciudad sureña de Nashville, lugar donde también fueron compuestos estos once temas. En esta ocasión Bonamassa se ha acompañado de Anton Fig y Greg Morrow a la batería, Michael Rhodes al bajo, Reece Wynans a los teclados, Lee Thornburg, Paulie Cerra y Mark Douthit como sección de viento y en los coros Mahalia Barnes, Jade McCrae y Juanita Tiipins.
A pesar de tanto nombre, la realidad es que el guitarrista ha realizado un disco bastante sencillo en cuanto a su concepción, centrado básicamente en los instrumentos más habituales en la música moderna (guitarra, bajo y batería). La intención del músico era también la de grabar un disco directo, enérgico y poco meditado, razón que probablemente explique que encontremos alguno de los temas más duros que nunca haya grabado, como puede ser el propio “Blues of Desperation”, un tema de más de seis minutos de duración y dotado de un cierto aire épico gracias a un riff digno del Ritchie Blackmore de los 70 (habría que preguntarle cuánta influencia de Black Country Communion, el proyecto que compartió con Glenn Hughes, hay en este tema).
A pesar de encontrarse ya cerca de la cuarentena, Bonamassa sigue además evolucionando como músico y llevando más lejos su personal visión de lo que es el blues rock. Lejos de anquilosarse en simples exhibiciones instrumentales y de repetir siempre los mismos esquemas, Bonamassa es capaz de crear canciones como “The Valley Runs Low”, suerte de acercamiento acústico al soul, o “How Deep This River Runs”, en la que en una escucha superficial al oyente le parece estar escuchando a todo un Warren Haynes y que probablemente sea lo mejor del disco junto a “Distant Lonesome Train”. Por supuesto que hay espacio también para blues más canónico, como la divertida “You Left Me Nothin’ But the Bill and the Blues”, canción que no hace sino reforzar la idea de que Bonamassa puede diversificar musicalmente y hacerlo con garantías de éxito.
Algunos ya hablan de “Blues of Desperation” como el mejor trabajo de este antiguo prodigio infantil de la guitarra; yo no sé si me atrevo a tanto, pero sí puedo afirmar que es uno de sus discos con los que más he disfrutado.