La banda noruega con el probablemente peor nombre de la historia, Gazpacho, han vuelto a la actualidad discográfica con el lanzamiento de “Molok”, su nuevo trabajo de estudio, el que supone un nuevo jalón en su carrera tras el aclamado “Demon” del 2014. Nos encontramos ante nueve canciones que, otra vez, conforman un álbum conceptual en torno al dios Molok, deidad antigua que permite a la banda jugar con los conceptos de mortalidad e inmortalidad.
Musicalmente estamos también delante de una obra de difícil disección, puesto que nada es convencional en un disco de Gazpacho. Aquí la banda se adentra en composiciones de aparente sencillez que, sin embargo, esconden ricos matices a descubrir en cada escucha. Gazpacho se han dedicado a construir composiciones atmosféricas que vagamente podríamos encuadrar en el nuevo género progresivo; “Molok” trasciende cualquier tipo de etiqueta que podamos aplicarles, lo que también significa que este no sea un disco para cualquier tipo de oyente. Aquí hay cabida para melodías orientales, momentos grandilocuentes, coros eclesiásticos y toda una amalgama de sonidos que le dan al álbum un recubrimiento invernal en el que casi podemos sentir la escarcha acumulándose sobre las notas. Tan difícil como hipnótico.
