Título original: Handcarved coffins
EE.UU., 1979
120 pgs.
Novela negra, Nuevo Periodismo
La mañana en la que ocurrió era muy calurosa. Bochornosa. Así que supongo que se sorprendieron cuando salieron a coger el coche y lo encontraron con todas las ventanillas subidas. De todos modos, entraron en él, cada uno por su portezuela, y tan pronto como estuvieron dentro… ¡bam! Una maraña de serpientes de cascabel les golpearon como un rayo. Hallaron nueve grandes serpientes dentro del coche. Todas habían sido inyectadas con anfetaminas; estaban enloquecidas, mordieron a los Roberts en todas partes: cuello, brazos, orejas, mejillas, manos. Pobre gente. Sus cabezas estaban hinchadas como esas calabazas de Halloween pintadas de verde. Debieron morir casi al instante. Espero. De veras lo espero.
Truman Capote recibe una carta en Nueva York, Jake Pepper, un detective de la Oficina Estatal de Investigación está trabajando en un caso que le puede interesar. Se trata de una serie de asesinatos en una ciudad de un pequeño estado del oeste americano, vinculados por el hecho de que los asesinados reciben unos días antes un ataúd en miniatura tallado en madera con una foto suya dentro. Entonces decide viajar al lugar de los hechos para interesarse en persona.
La novela, con la que Truman continúa la senda de la novela-documental, iniciada por él mismo con “A sangre fría” (1965), está subtitulada “Un relato real de un crimen norteamericano”. Aunque es difícil desligar la ficción de lo real, la historia es tan amena como una novela de Sherlock Holmes, y es que precisamente la tarea de Capote y otros autores como Hunter S. Thompson o Tom Wolfe, fue la de elevar a un gran nivel literario las crónicas periodísticas, jugando con la subjetividad y dando un rostro humano a los hechos.
Aparte de su papel de observador, Truman se sitúa a sí mismo en la novela como un personaje carismático, un dandy neoyorquino tan capaz de mostrar sus vicios y su vida ligera y aparentemente frívola como de adentrarse en una verdad oscura y profunda para poner algo de luz. Junto a él, desfila un buen número de personajes que resultan muy cercanos gracias al lúcido retrato que el autor hace de ellos tanto en las descripciones como en los sabrosos diálogos y una variedad de escenarios que permite que el libro, ambientado en una ciudad pequeña del interior, resulte a la vez extrañamente cosmopolita.
“Ataúdes de artesanía” es gracias a la inteligente mirada de Capote y su elegante narración, una lectura ágil y muy viva con la que puedes meter las narices en un ambiente real americano -se podría decir de la América profunda- dominado por caciques y donde se combina esa sensación putrefacta de los pequeños pueblos en los que la vida parece estancada, con una visión bucólica de espléndidos paisajes entre ríos, árboles y montañas.