“Con este disco he marcado unas reglas de juego y me lo he pasado muy bien jugando con ellas”
Carles Vidal, además del título de su última obra de estudio, es el nombre real de la persona que se esconde tras el proyecto Tom Hagan. Este mismo año ha lanzado este cuarto álbum, toda una obra de arte desde el punto de vista material -por el envoltorio- y por el contenido musical en sí. Pero es también una obra tal vez un tanto difícil, en la que el pop onírico y una cristalina producción a cargo de Xebi SF sin embargo le dan el toque necesario para resultar no solo interesante, sino casi imprescindible. Nos pusimos en contacto con Carles para que nos hablase del disco, de su gestación y de sus planes más inmediatos.
– Tengo entendido que la composición y la grabación de “Carles Vidal” fue relativamente rápida. ¿Es así?
– Desde que empecé con Tom Hagan me marqué como objetivo no eternizar los discos: un año de composición antes de grabar, después otro año para la edición… Cuando presentabas el disco te encontrabas harto de esas canciones. Así que casi siempre el disco ha salido pocos meses después de haberlo grabado. Esta vez hemos hecho record: composición entre agosto y navidad, grabación en febrero marzo y publicación digital en abril y física en mayo. Así da gusto.
En parte, la composición fue fácil porque hicimos mucho trabajo de banda antes, así que todos sabían muy bien donde quería llegar. A lo largo del año les fui pasando demos caseras de las canciones y en agosto nos encerramos una semana a cerrar los temas, grabando después una demo con Xebi para empezar a preparar la producción. En Navidad acabamos de componer tres piezas nuevas y ya estábamos listos para el estudio. Ahí también todo fue bastante rápido y fácil.
La verdad es que hemos trabajado mucho, pero mejor que nunca, todos a una.
– El resultado es espectacular, aparte de por el sonido propiamente dicho por el contenido, que podríamos calificar de pop elegante pero en una clave poco habitual en nuestra música. ¿Eres consciente de que el tuyo no es un disco muy fácil?
– Tal vez, no es la primera vez que me lo dicen (a mí madre se le escapó que le gustaba más el anterior). Seguramente no es un disco fácil de clasificar. Pero creo que tiene buenas melodías -que es lo primero que trabajo en una canción- y eso facilita su recepción. Sé que hay algunas cosas extrañas, empezando por el nombre, pero me resulta atractivo lo extraño: si no entiendes una cosa puedas rechazarla; o puedes mantenerla en tu mente, volver a ella, es como un misterio que quieres resolver o comprender. A mí me gustan esa clase de juegos.
Quizá, también, ocurre que soy yo mismo sin parecerme a nada en concreto y eso es lo más interesante y lo más difícil, entrar a conocer todo un imaginario nuevo (mí madre me reconoció más tarde que a base de escucharlo, ahora creía que era el mejor disco que había hecho hasta el momento).
– Si lo comparamos con los tres discos anteriores, la llamada “Trilogía de Carlitos”, parece que esta vez te has arriesgado más. ¿Necesitabas ponerte nuevas metas y no sentirte encorsetado?
– La trilogía Carlitos me sirvió para sacarme de encima algunas canciones que hacía años que tenia compuestas combinándolas con otras que iban surgiendo. Fue una divertida experimentación con las diferentes visiones que puede coger una canción pop, y a la vez un aprendizaje de las mecánicas de estudio y composición. Hasta entonces siempre había grabado discos de manera colectiva, nunca yo solo como director del proyecto. Pero son tres trabajos más parecidos a colecciones de canciones que discos en sí.
Ahora tenía ganas y me creía preparado para hacer un disco unitario, que tuviera sentido en sí mismo donde las canciones se interrelacionaran entre ellas. Luego, también quería ir un poco más allá de lo que ya sabía hacer y buscar nuevas maneras de componer. Los últimos años he tenido internet en casa, y eso me ha permitido escuchar muchísima más música de donde sacar ideas. Por último, también está el hecho de escoger el catalán para las letras, una lengua con la que siempre me había costado escribir canciones.
Ha sido como marcar unas reglas de juego, y me lo he pasado muy bien jugando con todas estas premisas.
– La producción corre a cargo de Xebi SF otra vez. ¿Qué ha aportado él al disco en general y al sonido en particular?
– Con Xebi hemos trabajado mano a mano desde el primer disco de Tom Hagan y nos conocemos muy bien, nos compenetramos. Es parte del grupo, su instrumento es el estudio. Su opinión me es muy importante, comprende donde quiero llegar y me corrige si cree lo cree necesario (y suele acertar).
Xebi decidió grabar bajo y batería en sesión, cosa que le da un punch más vivo a la base rítmica, que en éste disco tiene mucho más peso que en los anteriores. También tiene gran protagonismo en la semana de postproducción que hicimos una vez grabados los instrumentos, donde jugamos con teclados, efectos o diferentes ruiditos de fondo. Siempre atento a las sutilezas y el buen gusto, cosa que ayuda a dar al sonido esa elegancia.
Me gustaría probar con nuevos productores que impriman su personalidad en futuros trabajos, pero siempre con Xebi al lado de alguna u otra manera.
– Cuando recibí el disco me llevé una sorpresa, porque tenía la apariencia de un single de vinilo pero al abrirlo descubrí que en realidad escondía un CD. ¿Cómo se te ocurrió la idea? ¿Buscabas jugar un poco con el oyente?
– El formato es el que usa para editar la discográfica (Rosalita Records). La verdad es que es bonito y genial para resaltar la parte gráfica: las maravillosas ilustraciones de Ilich Roimeser. Aparte, ayuda a descolocar un poco más al oyente. Estoy encantado con el resultado final, ha quedado un precioso objeto sonoro.
– Las letras están prácticamente todas escritas en primera persona para que cualquiera se pueda identificar con ellas pero, ¿hay una temática común a todas ellas? ¿Un concepto?
– Al acabar y verlas en conjunto sí que se puede decir que esconden una relación y un concepto unitario, pero no estaba buscado. La norma que me marqué era intentar huir de tópicos y ser lo más honesto posible. Las letras de este disco son las menos autobiográficas que he escrito hasta el momento, pero seguramente las que tienen más verdad.
¿Y cuál es el concepto? No sé si sabría explicarlo… Tengo ganas que la gente opine y discutamos sobre su visión. Yo tengo una opinión sobre cada letra, pero una vez la canción está publicada y hace su camino cada uno le puede dar el sentido que quiere y seguro que también es válido.
– A propósito, el hecho de cantar en catalán ¿crees que te limita? Quiero decir en el sentido de que tu música se escuche también fuera de Catalunya. ¿Crees que los aficionados castellanoparlantes son todavía un poco cerrados en este aspecto?
– No lo sé… no lo creo. Escuchamos música que no entendemos desde pequeños, si quieres entenderla el catalán es más fácil que el inglés o el francés (por ejemplo). El idioma es lo de menos, para mí lo principal es encontrar la musicalidad del fraseo en las melodías y eso es todo otro lenguaje que cualquier melómano mundial puede comprender.
– Y ahora ya con el disco en la calle, ¿cuáles son tus planes más inmediatos?
– Espero que el disco pueda llegar al mayor número de gente posible y nos permita seguir trabajando en nuevas canciones sin perder la gran motivación que tenemos ahora mismo. Tenemos muchas ganas de tocar y seguir creciendo. Y cuando tenga tiempo, me apetece volver a encerrarme a pensar en un nuevo disco.
– Antes de acabar, ¿te gustaría añadir algo para nuestros lectores?
– Durante la grabación de este disco murió Ferran Bonet, bajista de Bullit. Amigos desde la infancia, él fue una de las personas que me inició en la música y compartimos 10 años y tres discos con Without. Lamentablemente esta desgracia siempre irá ligada a estas canciones, y la verdad es que le echo mucho de menos. No sé por qué os cuento esto, pero hace días que lo tengo muy presente.
– Muchísimas gracias por dedicarnos tu tiempo.
– Muchísimas gracias a vosotros por vuestro excelente trabajo, por todas las cosas bonitas que habéis dicho del disco y por esta entrevista.