Comenzar un disco usando sonidos que están en la memoria colectiva de una generación es una jugada arriesgada que te puede salir bien o retratarte como un arribista. En este caso, las notas iniciales de “Dick Laurent está muerto”, primer tema del nuevo trabajo de los murcianos Karenin, son mellizas de la banda sonora de “Twin Peaks” y sirven para atrapar desde el primer instante, despertando una inicial curiosidad que enseguida se torna en agrado. La unión de este primer tema con David Lynch no acaba ahí, ya que Dick Laurent es uno de los inquietantes seres que pueblan “Lost highway”, esa oscura y bizarra parábola que ya queda algo lejana en el tiempo. Tras este brillante primer tema, con unos arreglos en su tramo final exquisitos, lo puentes con el oyente están tendidos y son firmes, solo queda cruzarlos.
Aunque un nombre de disco homónimo hace pensar en debút, el cancionero que nos ocupa no es lo primero que Karenin ha publicado; sin embargo, creo que sí les ha servido como nuevo punto de partida para una maduración de su sonido respecto a anteriores entregas. La aparente sencillez de algunas composiciones previas contrasta con la profundidad tanto lírica como musical de la mayoría de los temas que pueblan su nuevo trabajo. Al ya mencionado “Dick Laurent está muerto” le siguen otros tour de force emocionales como “Nos volverá a pasar” o “Carlota”, temas llenos de melodías pop acompañados de amable distorsión. “Figuras sin cabeza” rompe el tempo del álbum, acelerándolo y saliendo de la zona de confort en la que parecían haber entrado tras varias canciones.”Luz de gas” sirve como etéreo colofón y sin darnos cuenta el disco ha terminado dejando atrás unas cuantas canciones , cual migas en un camino que apetece recorrer otra vez.
Oyéndolos me vienen a la cabeza Mercromina, los Planetas más siderales o hasta Migala en alguno de sus pasajes instrumentales, como referentes patrios, mientras que otros momentos pueden recordar a buques insignia del postrock o el noise pop. Ninguna de estas referencias se me antoja obvia, picando de aquí y allá con inteligencia para conformar un discurso, si bien no demasiado original, si lleno de ganas y con calidad más que suficiente para ofrecernos un disco prometedor en lo que lo peor es la portada. Afortunadamente, nunca juzgo un libro por la portada.