Le Petit Ramon: entrevista

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“Quería reivindicar el fundamento artístico y conceptual de la música más allá de las consideraciones de mercado”

Después de ocupar anteriormente su tiempo musical con proyectos como Bankrobber o Macho, Ramón Faura ha regresado a la palestra con Le Petit Ramon y un disco autoeditado que lleva por título “Senyores Senyores Senyores”. Diecinueve canciones nada más y nada menos en las que colaboran algunos de los músicos catalanes más interesantes de los últimos tiempos y en el que Faura se nos muestra en estado de gracia, conjugando la tradición y los nuevos tiempos a la perfección. Hablamos con él sobre la gestación del disco y lo siguiente es el resultado.

– Lanzas este disco bajo tu propio sello tras haber formado parte de una discográfica como Bankrobber. ¿Has notado más presión o responsabilidad?

– Responsabilidad quizá sí, pero aligerada por la sensación de libertad que te da hacerlo a tu manera. Ahora las decisiones sólo se toman con la banda. Sí que hay algo más de curro, claro, pero más que presión, lo vivo con la tranquilidad de saber que las consideraciones “artísticas” marcan todo el proceso, desde la selección de temas a como explicar el proyecto en las hojas de promo.

– ¿Lo de sacar un álbum doble, ahora que los grupos tienden a sacar discos cada vez más cortos, era una manera de reivindicar tu libertad o tenías todas esas canciones antes de entrar ya al estudio? ¿Es premeditada la electrificación de las canciones? ¿A qué responde?

– Eran ganas de tocar en estudio con la banda; dar salida al material acumulado a lo largo de cuatro años tocando en Macho y currando en la tesis; por supuesto, también lo que apuntas, reivindicar el fundamento artístico y conceptual de la música más allá de las consideraciones de mercado… y también ganas de aprovechar el talento, la sala y los micros de Joan Pons (risas).

– Me llama la atención la carga política que incluyes en el manifiesto de promoción, donde habla de los verdaderos antisistema, aquellos que llevan traje y usan tarjetas opacas… ¿Cómo ves el panorama político actual?

– Lo veo confuso. Por un lado, con cierta sensación de fin de ciclo. Como si realmente, toda esta gentuza que lleva años saqueando lo público e inoculando el miedo, estubiera ya con un pie en la calle. Pero por el otro lado, quizá porque soy pesimista, ni tengo claro que las propuestas alternativas consigan entrar con la fuerza necesaria, ni sé hasta que punto podrán soportar la presión del poder sin convertirse en todo aquello contra lo que luchan. En todo caso, incluso si sucumbieran ante la presión del poder, que entren, que entren y que echen a la mafia del gobierno. Cuando digo propuestas alternativas, no pienso en ningún caso en Ciutadans…

– También reivindicas la temática de tus canciones, diciendo que no solo hablan de chicas. ¿Opinas que el músico debe ser alguien comprometido socialmente? ¿No es legítimo ahora mismo hablar solo de chicas, algo que por otra parte ha venido haciendo el rock and roll casi desde sus inicios?

– Creo que todo el mundo debe ser alguien comprometido socialmente. También creo, sin embargo, que hay muchas maneras de comprometerse socialmente que no pasan por el activismo político ejercido de forma directa. En relación a las letras, trato de evitar siempre el panfleto político. Se puede hablar de chicas de maneras muy distintas, cada una con distintas connotaciones ideológicas. Desde lo falócrata hasta lo guasón. En mi caso, juego con los registros típicos del Rock ‘n Roll, a veces dándoles la vuelta. En “Deliri” declaro  mi fascinación por los cuerpos mullidos y voluminosos; en “Enfilada” la excitación sexual que puede despertar un cuerpo envejecido… abordar lo corporal sin tapujos y sin apelar al modelo perfecto, en plena era de la anorexia, las dietas, los gimnasios y la sacralización del deporte, me parece que también es acción Política.

– Creo que es tu mejor trabajo hasta la fecha ¿Qué vertiente te llama más ahora mismo, la urgente y rockera, o la de psicodélica y experimental de canciones de más duración?

– ¡Muchas gracias! Buena pregunta que no puedo responder. Llevo días dándole vueltas. “¿Y ahora qué? ¿Hacia dónde?” Quizá lo que ahora me interese, no lo tengo claro, es fusionar realmente las dos cosas, de lo psicodélico tomar lo repetitivo-mantra, que también tiene mucho de música negra y del rock’n roll, lo crudo. Menos ingredientes, pero más salvajes. No sé… quizá, mezclar los Chemical Brothers con los Small Faces (¡No son tan distintos!).

– Con respecto a tu sello, ¿tienes pensado sacar material de otros grupos?

– ¡Sí, por supuesto! En breve publicaremos un single electrónico de los Dead Parties. Un grupo afincado en Barcelona, con gente de Australia y Gran Bretaña; una pasada de banda, que actualiza en clave pop, la psicodelia que más me gusta. Y después estoy en tratos con más gente, amigos que me hacen cosas que me gustan… les digo, “veniros, hombre veniros, las copias os las pagais vosotros, pero las ganancias son 100% vuestras, no pienso sableraros ni un céntimo…” (risas).

– Homenajeas  en “Mentre dorms” al escritor Pere Calders. ¿Es la lectura también una influencia para ti? ¿Qué otros escritores te gustan?

– Uy, sí, muchos, me gustan muchos. A ver, mis principales fetiches literarios son: Nietzsche, Proust, Dostoievski, Céline, Dovlatov, Bernhard y el gran Balzac. Eso serían los principales. Gente viva que esté leyendo últimamente, Modiano o Houellebeck… aunque de vivos, últimamente leo más ensayos, gente como Groys (estética), Tiberghien (paisajismo)… Otra influencia clara es el cine, no soy demasiado original: Scorsese, Cimino, los Cohen, Tarantino, Herzog, Fassbinder.

– Aunque los grupos que citas como influencias son bastante “antiguos” creo que tu propuesta suena tremendamente actual y no como una suerte de revival. ¿Qué opinas de esos grupos que fusilan el pasado sin ningún tapujo? Estoy pensado en los llamados “grupos de revival”. ¿Qué música escuchaste durante la gestación del disco?

– El revival no me interesa como tal. Para mí recuperar grupos del pasado es investigar fuera de los prejuicios que hoy nos condicionan. Un elemento clave para mi es la idea de “imperfección”. La grabación digital fomenta un tipo de producción donde no caben los errores. El tempo queda fijado por los secuenciadores, la afinación se corrige con software… eso genera un tipo de música que en cierto modo pierde fuerza y carisma. Cuando escuchas viejos discos descubres mil gazapos; muchas veces es en esos gazapos donde está el secreto del sonido del grupo. La corrección y la disciplina son prácticas de poder, cuyo único fin es operar con estándares.

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