Tras dos meritorios lanzamientos desde que se formaron en el año 2010, “Brothers in Farms” (2011) y “Chernobilly” (2012), Th’Booty Hunters ahora nos presentan su tercera obra, “Wild N Drunk”, disco que es además la referencia inaugural del sello Stash Records.
Y siguiendo esa línea ascendente que ya marcó su segundo álbum frente a su debut, podemos decir que las dos parejas de hermanos que forman el núcleo de la banda, los Ollé y los Bañón -a los que hay que sumar a Marc Santo-, han dado otro pasito adelante con los diez temas que componen “Wild N Drunk”.
El presente es un disco que, por su buena factura, podría pasar perfectamente por un manual de estilo de lo que debería ser la música de raíces norteamericana hoy en día, porque Th’Booty Hunters mezclan con maestría country outlaw, bluegrass, la esencia de los Apalaches y todo lo que suene a música tradicional. Incluso las letras -supongo que con cierto humor-, están repletas de tópicos que relacionamos con lo más profundo del país de las barras y estrellas: alcohol, armas, guitarras o vagabundos que viajan de polizones en desvencijados vagones de tren de madera.
Solo hay un problema, y es que las coordenadas geográficas donde nacieron nuestros protagonistas están un poco alejadas del polvoriento sur estadounidense. Y a pesar de que se les cuele por ahí un “garrote vil” (referencia más cercana que da sentido a la definición de la propia banda sobre su estilo: “garrulograss”), nadie lo diría prestando atención a la entonación y el acento del vocalista, dignos del más redneck de los nativos; ni al escuchar temas como por ejemplo “Hold On”, “Give Me Cash” con esa irresistible línea que dice “give me my guitar, you piss me off” o el fantástico “Rail-riding Hobo”, probablemente mi corte favorito de todo el disco.
Vistos los resultados alcanzados en “Wild N Drunk”, me pregunto por qué Th’Booty Hunters no están ya pateándose todas las salas de cada esquina del país; yo ya estoy impaciente por verlos.