Que alguien como yo, que apenas había comenzado a dar los primeros pasos en este mundillo, llegase a conocer a una leyenda del periodismo musical como Jordi Tardà, fue fruto de la más pura casualidad. Aunque me vais a permitir que me guarde para mí toda la retahíla de carambolas vitales que lo posibilitaron.
Debo decir que mis encuentros con “el Tardà” han sido contados a lo largo de estos aproximadamente diez años desde la primera vez que coincidimos, pero siempre me trató con una cordialidad y una cercanía que a mí, su “amigo vasco” como llegó a llamarme en alguna ocasión, nunca dejaba de sorprenderme.
Como tampoco dejaban de sorprenderme sus anécdotas de cuando fueron a ver a Led Zeppelin al festival de Knebworth por ejemplo, historias que al parecer todo el mundo que le conocía había escuchado en más de una ocasión pero que a mí, como fan del grupo, me maravillaban.
Hoy me he enterado de su fallecimiento gracias a las redes sociales. Y la verdad es que lo he sentido mucho y me he acordado de aquellos que le conocían de verdad, a quienes quiero acompañar en estos momentos difíciles. Ya no volveremos a coincidir en ningún concierto de Rod Stewart, ni le veré mientras entrevista a ningún miembro de Tesla. Ni siquiera podré llevarle a su sitio favorito de mi ciudad de adopción a picar algo después de un concierto. Pero siempre nos quedará su legado. Paraula de Stone.