Que cada vez haya más obras en castellano sobre cine, televisión, música y cultura de serie B en general es un motivo de alegría para los aficionados. Que muchas de ellas además estén escritas por autores nacionales es síntoma de que hay mercado e interés, a pesar de que los medios “oficiales” ignoren por completo todo lo que no viene dictado desde las grandes corporaciones multinacionales.
Sin embargo, lo que es preocupante es la dejadez de muchos de estos autores nacionales a la hora de confeccionar estas obras, algo que acaba restándoles valor. Porque dejadez para mí es encontrar constantes erratas, descuidar aspectos como la bibliografía o abusar en ocasiones del “corta-pega”, por citar solo algunas de las cosas con las que un ojo no demasiado experto se suele encontrar en las obras de factura nacional. Me pregunto qué ha sido de los correctores de estilo.
En ese aspecto, “Yo soy Drácula” no es una excepción: sin hacer demasiada sangre, diremos que se pueden encontrar a simple vista bastantes errores de concordancia entre sujeto y verbo, lapsus imperdonables como llamar al Rey del Rock “Elvis Preysler” o partes que se nota a la legua que se han copiado directamente de alguna fuente anglosajona (la filmografía sin ir más lejos, donde el autor olvida cambiar por “y” algún “and” como fallo más evidente).
Un asunto este de las fuentes que, personalmente, me molesta bastante, sobre todo cuando Cortijo se dedica a citar supuestos diálogos sin indicar de dónde proceden (probablemente porque se trata de partes noveladas). Como lector me gusta comprobar que lo que se dice tiene una base y no se trata de meras fabulaciones del autor, en cuyo caso agradecería que se indicara expresamente. Parece nuevamente que hemos obviado costumbres como las notas al pie, algo que parece ya un lujo asiático exclusivo de los ensayos “serios”. Sin embargo, la obra sí que cuenta la obra con una buena bibliografía, algo que suele ser también asignatura pendiente en otros casos pero que aquí se solventa con buena nota.
Pero como imagino que la mayoría de los que estáis leyendo esto, tenéis más interés en hablar del contenido que de la forma de este, diremos que “Yo soy Drácula” no es, a pesar de todo lo anterior, una obra completamente desechable (por cierto, aquí otra colleja al autor: el verbo “deshechar” no existe). Si bien es cierto que el recorrido por la vida de Bela Lugosi es un poco superficial -probablemente porque la información completamente veraz que existe por ahí fuera no es mucho más completa-, sí que sirve a los aficionados menos duchos en la materia para conocer los eventos más relevantes de esta. Sin embargo poco sabemos de sus matrimonios, de sus esposas o de su hijo, a los que se cita en momentos puntuales pero poca información más se nos ofrece sobre ellos. Al menos hay que reconocer que la prosa del autor es ágil y la lectura fácil, amena y bastante divertida.
Y como este relato no da para mucho como decimos, a partir de ahí Cortijo se dedica a estirar el libro destripando las películas del actor magiar. Algo probablemente irritante para algunos pero totalmente necesario en este caso para no acabar con un folleto largo entre nuestras manos.
Como curiosidad antes de acabar, mencionar que el prólogo está escrito por el tristemente desaparecido hace unos años Paul Naschy, nuestro más grande actor de terror sin duda alguna (algo que nos hace pensar además que la obra se pasó varios años descansando en la “nevera”).
“Yo soy Drácula. La vida de Bela Lugosi” de Javier Cortijo está editado por T&B Editores.