Carnival Kids + Like Torches + Taking Back Sunday – Estocolmo (Sala Klubben 29-11-14)

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Tras quince años de andadura, por fin cayó la primera visita a Escandinavia de Taking Back Sunday, uno de los combos clave en cuanto a emo-rock se refiere. Primero actuaron dos formaciones dispares, pero con el denominador común de rendir tributo a los de Long Island. Los derroteros de Carnival Kids, un cuarteto anglo-noruego del que no teníamos la menor constancia, recordaron inicialmente a los de Polar Bear Club, por aquello de la voz rasposa. No obstante, se hizo evidente que apuestan más por la técnica, lo que hace que ganen enteros y se desmarquen del pelotón de grupos similares. A Like Torches ya los habíamos visto, tanto con el nombre actual como con el previo (el imperdonable You Ate My Dog). Para bien o para mal, esta joven banda aúna todos los tópicos del subgénero en su versión más manida, como afectación, voces ñoñas y vocación comercial. Con todo, lo que hacen lo hacen muy bien, otra cosa es que no sea para todos los gustos. Como anécdota, en Wikipedia hay una única página sobre Like Torches… ¡en alemán!

Tras los aceptables prolegómenos, por fin tuvimos en escena a Taking Back Sunday, a quienes no habíamos visto en ocho años. De nuevo con su formación, digamos, clásica, al haber recuperado bajista y guitarra (además del refuerzo de un guitarrista adicional), los neoyorquinos presentaban un nuevo álbum. Ahora bien, nuestros esfuerzos por hacernos con una copia del mismo (en CD, nada de enlaces ni streaming), tanto durante la noche del evento como con anterioridad, fueron infructuosos, de modo que obviaremos cualquier referencia al disquillo. En todo caso, hicieron bastante hincapié en sus tres primeros trabajos, algo que supone una de cal (“Louder now” es una obra maestra) y una de arena (el debut está sobrevalorado). En todo caso, composiciones capaces de hacer vibrar a la concurrencia, y eso que alguna suena un poco ralentizada. Adam Lazzara explota su sex-appeal, con educación (“damas y caballeros”, nada de muthafuckas) y ese acento sureño que tanto parece cundir. Sin embargo, se le escapa un gallito con “Number five with a bullet”, uno de los primeros temas, y en otros, como “Better homes and gardens”, son dos de los guitarras quienes le tienen que sacar las castañas del fuego, porque por sí solo no llega a las notas más altas. El análisis ya no es tanto ‘vaya, este es un concierto más y no se quieren entregar a fondo’ como ‘tal vez ya no dan más de sí’. Al menos, el sexteto parece sincero en sus elogios al público, con quien incluso se muestran dispuestos a entablar conversación: “Qué dices, hace años que no me muevo tanto en directo”, responde Lazzara ante un posible reproche. Los aciertos en cuanto a repertorio incluyen la omisión de su cuarto disco, el menos inspirado, y la presencia de gemas tan incontestables como “Liar (it takes one to know one)”, “Set phasers to stun” y la medio sobrenatural “Error: Operator”. Curiosamente, faltó algún single como “You got me”, pero por otro lado siempre se agradece que grupos que deben buena parte de su popularidad a la MTV se rebelen ante ciertas reglas. Mención especial, y eso que distamos de ser adolescentes, merece la entrega de Lazzara: en uno de los temas finales se pasea entre el público, termina restregándose por el suelo y, una vez recuperada la verticalidad, mira al cronista, sonríe, y procede a embestirlo para, poco después, fundirse en un abrazo con un seguidor, a quien estuvo pegado no menos de diez segundos. Emo o no, una escena entrañable. La velada se cerró con la célebre “MakeDamnSure”, que Lazzara terminó cantando sobre la barra del bar. Alrededor, la gente daba rienda suelta a su pasión por la “cultura” del selfie, en Suecia elevada a la enésima potencia. En resumidas cuentas, no fue un concierto intachable, pero sin duda especial.

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