Amplio paseo el que se están dando Heavy Tiger en su segunda visita por nuestro país en menos de un año. Si aquella vez fue una primera toma de contacto con el público del sur, ahora estas tres jovencitas suecas van a completar casi la quincena de conciertos. Y al parecer con bastante éxito, puesto que apenas sobrepasado el ecuador de la gira, ya habían agotado algunos de los artículos de merchandising y estaban a punto de hacerlo con alguno más. El trío está presentando en directo su debut largo, “Saigon Kiss”, que lleva también varios prensajes ya a estas alturas.
Así, Heavy Tiger llegaban a Zaragoza la nada propicia y un tanto ventosa noche del pasado miércoles. Una noche en la que el contraste entre la edad de las protagonistas y de la mayoría del público era tan grande que alguno me dijo al oído que parecíamos viejos verdes. No pareció importarles demasiado a estas chicas de Estocolmo, que en apenas 50 minutos dieron una verdadera lección de lo que debería ser un concierto de rock and roll: sudor, riffs básicos acompañados de la justa melodía y sobre todo diversión.
Porque las chicas, a pesar de contar con un público pasivo en exceso -sobre todo al comienzo-, supieron desprender entusiasmo a raudales mientras nos ametrallaban con canciones propias de innegable encanto, homenajes a héroes como AC/DC, Led Zeppelin o Deep Purple en feroces versiones llevadas a su terreno (por cierto, que alguien me aclare si estoy loco o realmente fusionaron el riff de “Not Fragile” de Bachman Turner Overdrive con “Highway Star”) y una Maja -guitarrista y vocalista- que se lleva gran parte del protagonismo por sus poses, sus ganas de comerse el escenario y su eterna sonrisa. Y eso sin desmerecer a sus compañeras Astrid y Sara, que se alternan también a la voces y coros y aportan empaque a un sonido que en ningún momento hacía aguas, ni siquiera durante los solos. Porque lo único tierno que hay en Heavy Tiger es la edad de sus componentes, no desde luego su música, que sabe reivindicar sus influencias sin sonar derivativa ni falta de originalidad. Triunfaron.
La de cal la dieron los locales DeNegro, que abrían la velada ante algunos incondicionales, para los que parecían estar ofreciendo un concierto privado; se nota que están bien ensayados (despliegan su set de manera prácticamente impecable), aunque tal vez deberían haberse centrado en el concierto y no involucrarse en bromas privadas con el público (hubo incluso quien se acercó al escenario para despedirse de la banda porque se le había hecho tarde). Este tipo de detalles acaban dando una imagen de poca profesionalidad y amateurismo a una banda que, por otra parte, no suena del todo mal gracias a tomar prestados riffs de aquí y allá, con una especial inclinación hacia la vertiente cafre -y algo cansina por lo repetitivo- de unos Motörhead por ejemplo (y salvando enormemente las distancias). Les faltan tablas y les sobró tiempo.