‘Yonqui’, William S. Burroughs

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Título original: Junkie

William S. Burroughs

EE. UU., 1953

211 pgs.

Novela semi-autobiográfica

Desde México, a salvo, contemplaba la campaña antidroga. Leía cosas sobre niños drogados y senadores que pedían la pena de muerte para los camellos. Algo no cuadraba en todo aquello. ¿Quién puede querer a los niños como clientes? Disponen de poco dinero y siempre se les va la lengua en los interrogatorios.

Creo que la primera vez que vi la cara de Bill Burroughs fue en la mítica película de Gus Van Sant, “Drugstore Cowboy” (1989). Era 1992 y solía pasar de las clases en el instituto e irme a casa a escuchar discos de los Ilegales y ver pelis macarras. Burroughs hace el papel de un viejo cura drogadicto, el reverendo Tom, que se reencuentra con Bob (Matt Dillon), su antiguo monaguillo, en un centro de desintoxicación.

Más adelante, fui conociendo más a este icono de la contracultura americana y miembro de Generación Beat, junto a Kerouac, Ginsberg y los demás.

Es precisamente Allen Ginsberg quien convenció a Bill para transformar sus anotaciones en una primera novela, “Yonqui”, que tuvo severas dificultades para ser publicada hasta que dieron con Carl Solomon, quien aceptó hacerlo luego de expurgar parte del contenido.

En esta primera novela, William S. Burroughs ya demuestra una serie de cualidades que acompañan a su personaje literario: directo, ácido, irónico, inteligente, preciso, meticuloso y, en ocasiones, estético y con un sentido de la narración casi cinematográfico. A diferencia de novelas posteriores, el lenguaje que emplea es sencillo y cuando presenta información compleja la explica de manera milimétrica.

“Yonqui” es el relato de un tipo que nunca ha tenido la vocación de encajar en la sociedad, un hombre díscolo que se introduce en el mundo marginal por puro aburrimiento y se inicia en el mundo de la heroína. A raíz de este hecho, comienza su periplo desde Nueva York a México, pasando por Nueva Orleans y Texas, un viaje en el que pasa por todas las vicisitudes a las que le arrastra su vida yonqui: su actividad como camello, la comisión de delitos de poca monta, el paso por un centro de desintoxicación, los problemas con la policía y finalmente, el exilio y la decisión de ser un prófugo.

La lectura es entretenida y exótica, sobre todo para aquellos a los que nos fascinan los ambientes marginales. La galería de personajes es casi innumerable: por la novela pasan todo tipo de yonquis, camellos, policías, chaperos mexicanos… Pero también, hay un trasfondo político y social a través del cual podemos conocer una situación que sigue candente en la actualidad: es el momento en el que los Estados Unidos deciden prohibir el consumo de drogas y criminalizar a sus consumidores, en una de sus innumerables cazas de brujas, que a lo largo de casi un siglo nos ha llevado a una situación mundial insostenible.

Lejos de un relato moral, Bill Burroughs desafía con mirada inteligente la actitud de un gobierno manipulador que no permite el libre albedrío a ciudadanos adultos: Toda legislación que castiga maneras de vivir es propia de un estado policial.

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