Con la sala rozando el sold out, Scott H. Biram visitaba por segunda vez La Ley Seca la noche del pasado jueves con su amalgama de blues primitivo e hipnótico, country tradicional y heavy metal que tan descolocados dejó a algunos de los asistentes, sin duda más habituados a otro tipo de sonidos. Personalmente me alegra ver la progresión, puesto que en aquella visita de hace casi un par de años, el tejano contaba tal vez con la mitad de público del que abarrotó el mismo local este jueves; quiero pensar que el boca a boca y la labor de medios como el nuestro está sirviendo de algo.
En esta ocasión, Biram se presentó de una manera algo distinta a aquella, sin utilizar efectos en las voces ni acudir tanto a los ramalazos de loco heavy-punk y permitiéndose el lujo de dejar fuera de su set canciones de la talla de “Wildside”, probablemente uno de sus mejores temas y desde luego uno de los preferidos de este cronista.
No le hicieron falta ninguno de estos elementos sin embargo. Desde el minuto uno el “Dirty Old One Man Band” supo meterse al público en el bolsillo chapurreando y bromeando en castellano, y tuvimos la suerte de que recuperara un tema como “Real Cocaine Blues”, canción que según dijo no había tocado en años, o que nos regalara versiones como “Blue Jean Blues” de ZZ Top, “Ride Like the Wind” de Cristopher Cross (!) y que homenajeara a su manera a Ennio Morricone y al inolvidable Tuco encarnado por Eli Wallach en “The Good, the Bad and the Ugly”.
Pero todo esto se quedaría en anécdota si Biram no contara con buenas canciones propias. El tejano, que maneja el instrumento con maestría haciendo que parezca fácil lo difícil, repasó una buena representación de “Nothin’ But Blood”, para mí su mejor disco hasta la fecha, y nos obsequió también con momentazos como la interpretación de “Still Drunk, Still Crazy, Still Blue”, probablemente la canción más celebrada de la noche.
En total, más de hora y tres cuartos de concierto en los que creo que convenció sobradamente a los que ya lo conocían y se ganó un nuevo puñado de fans, aunque me veo obligado a añadir, para que algunos se enteren de una maldita vez, que es una enorme falta de respeto hacia el artista que durante los momentos más pausados se oiga más las conversaciones de unos cuantos gilipollas que la música en sí. Tomaos el calvo que hizo Scott antes de bajarse del escenario como un mensaje directo a vosotros.