Cerca de dos horas de puro Rock and Roll fue lo que nos ofreció el pasado sábado en Zaragoza el norteamericano John Paul Keith. Con ese aspecto apocado y con las espaldas cubiertas por una banda bastante sobria, lo cierto es que el de Knoxville y sus músicos saben muy bien cómo tomarle el pulso al directo y ofrecer uno de esos conciertos difícilmente igualables. Porque Keith es un guitarrista que, sin necesidad de alardes, impresiona con su impecable y estilo a la guitarra que bebe del Rock and Roll clásico, además de contar con una voz que en directo no desmerece nada frente a las grabaciones de estudio y que, tras ese aspecto frágil, desprende importantes dosis de carisma. Y lo más importante, también está el innegable hecho de que el músico ahora afincado en Memphis ya va atesorando un sobrado cancionero de gran calidad.
El concierto sin embargo comenzó con la banda un tanto acartonada cuando pasaban tres minutos de las 22:45. Keith parecía tener algunos problemas menores con la afinación de su guitarra y con su amplificador, pero pronto entraron en calor tanto él como su grupo y con ellos un público tal vez no excesivo, pero sí lo suficientemente numeroso y que en las primeras filas se lo estaba pasando en grande.
Basando el grueso del set list en su lanzamiento más reciente, “Memphis Circa 3AM”, la banda, que fue de menos a más, también parecía divertirse mientras a lo tonto alcanzaba esas casi dos horas de concierto, bises incluidos, entre los que coló algunos homenajes en forma de versión a gente como Elvis o Chuck Berry. El propio Keith dejó bien claro desde encima del escenario que le gusta actuar en nuestro país, y creo que eso era palpable también desde abajo. Un gran concierto para una noche de sábado.