Debo reconocer que cuando me cayó encima el encargo de reseñar un disco de Michael Bolton no me lo tomé de muy buen grado. El norteamericano no es desde luego un artista al que le guarde un gran aprecio ni que tenga muy buena prensa en los ambientes más rockeros. Y con razón añadiría: su música fue un muestrario de lo más hortera y prescindible que surgió a finales de los años 80 y primeros 90, a pesar de sus más de 53 millones de discos vendidos.
Estadísticas sin ningún significado aparte (Phil Collins también debió de vender muchos discos en su época a juzgar por la gran cantidad de ellos que se ven en las cubetas de saldos de las tiendas de segunda mano), lo que aquí nos presenta el bueno de Mike no es más que un homenaje a la música negra que nos legó Motown en los 60, versionando algunos de sus mayores éxitos compuestos en aquella fábrica de hits llamada apropiadamente Hitsville U.S.A.
Con colaboraciones de Leona Lewis (que protagoniza unos innecesarios alardes vocales en “Ain’t No Mountain High Enough”), Melanie Fiona, Michael Lington y la guitarrista Orianthi, el punto fuerte del álbum estriba en que las versiones son bastante fieles a las originales. Y Bolton, tampoco hay por qué negarlo, tiene también buena voz, aunque algunos de los emulados le queden un poco grandes y por ejemplo deteste lo que ha hecho con el “What’s Going On” de Marvin Gaye. Harina de otro costal son las dos composiciones propias que intercala el otrora ricitos de oro, “Gotta Keep Dreamin'” y “Something Out of Nothin'”, que palidecen ante la más mínima comparación con las grandes canciones a las que acompañan.
Es por lo tanto una obra que aporta más bien poco, aunque para los masoquistas decir que habrá una edición especial del álbum con un CD extra conteniendo los grandes éxitos de Michael Bolton.
