León Benavente – Zaragoza (Explosivo! Club 21-2-2014)

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Decir a estas alturas que León Benavente son una de las bandas más populares del indie patrio podría parecer una obviedad; sin embargo, conviene recalcarlo tras echar la vista atrás, tan solo una año atrás, y ver que en su anterior visita a la misma sala los asistentes fueron mínimos y que anoche el Explosivo! registraba orgulloso un rotundo “sold out”.

¿Qué ha pasado en ese año para que se de esa aceptación, ese clamor popular? Un disco y un EP impepinables, una buena cantidad de conciertos, el boca a boca y su aparición, merecidamente, en las listas de “lo mejor” de 2013. Con sus múltiples aristas musicales (pop electrificado, post­punk, “road­songs”) unidas a unas letras inteligentes, llenas de fina ironía y algo de mala leche, León Benavente ponen de acuerdo a todo el mundo en una cosa: son cojonudos.

Para los despistados, en León Benavente convergen diversas personalidades con una larga trayectoria a sus espaldas: Abraham Boba, Luis Rodríguez (Nacho Vegas), Eduardo Baos (Tachenko) y César Verdú (Schwarz). La suma de estos cuatro lados da como resultado un trabajo en equipo, son el ejemplo de que el trabajo en grupo siempre da mejores resultados. Abraham Boba lleva las riendas del directo, tiene la mirada asesina del que se sabe ganador. Tan pronto se parapeta tras su piano, como que baja del escenario a participar del éxtasis colectivo, entre saltos y algarabías. Luis Rodríguez se mantiene con su guitarra en un segundo plano, con una pasión contenida a la que en ocasiones da rienda suelta. Eduardo Baos se destapa como el gran bajista que es, con poderosas líneas de bajo, en ocasiones hipnóticas (“Ser brigada”) en ocasiones agresivas (“la palabra”) que funcionan como un sólido basamento, un pegamento divino que une y solidifica, junto con la batería experimentada de Cesar Verdú, el sonido de la banda. Un sonido que contiene entrega y pasión.

Abrieron con el tema “Las ruinas”, y tras ella fueron cayendo prácticamente todos sus temas, temas sin demasiadas complicaciones sonoras, directos  y enérgicos. En directo, León Benavente muestra una pasión y entrega total, su compromiso con el público es firme. Sus canciones ganan pegada, incrementan su potencia, ganan masa y músculo, se desbocan y vibran. El público percibió este entusiasmo, y se lo devolvió a la banda con agradecimiento, bailando, saltando, coreando, creando un circuito cerrado de reciprocidad que hizo hervir la sala con un ambiente festivo que solo se da en las grandes ocasiones.

Como quien no quiere la cosa, León Benavente han adelantado por la derecha a prácticamente todos sus contemporáneos, colocándose en una primera posición ventajosa en la que mirar atrás con satisfacción. Es un grupo que, con pasmosa naturalidad, se instala en tu subconsciente, y ya no puedes imaginar como era el panorama musical español antes de que ellos lo llenasen de tal manera.

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