Este pasado sábado se celebró en Zaragoza la que esperamos sea la primera edición del Zaragoza Psych Fest, una apuesta arriesgada y loable por parte de los promotores (Desafinado producciones y Analog Love) para ofrecer una propuesta que, partiendo de unos puntos de referencia similares o comunes, nos ofreció una noche llena de diversidad, un collage sonoro y psicotrópico estimulante. Como si de un “Austin Psych Fest” a escala se tratase, no solo de música pudimos vivir, sino que también hubo un pequeño puesto de merchandising y proyecciones durante todo el evento, potenciando un aspecto visual colorido y ácido que, no lo neguemos, en ambientes psicodélicos tienen un papel más que importante.
Abrieron la noche los zaragozanos The Fractal Sound, con un post-rock hipnótico y experimental basado en loops y electrónica y algún aderezo jazzie, confluyendo todo ello en algún punto equidistante entre Modeselektor y Tortoise. Tuvieron la papeleta de tener que abrir la noche con una propuesta que quizás no apuntaba en la dirección en la que el festival quería ir; sin embargo, su propuesta es lo suficientemente atractiva como para considerarla entre lo más interesante de la velada. Haríamos bien en estar atentos para poder verlos alguna otra noche en la que ellos tengan más protagonismo.
Tras ellos, los también Zaragozanos My Expensive Awareness subieron al escenario con una propuesta de garage-psych con connotaciones festivas. Tienen el look, tienen la pose, pero debería mimar más algún aspecto de su música para ser tenidos en cuenta. Quizás sea un exceso de confianza en si mismos lo que les lleva a caer en un sonido disperso y, hemos de decir, algo desganado, con el que tan pronto quieren sonar canónicos como que se atreven con el “Love Burns” de Black Rebel Motorcycle Club. Mucho traje para tan poco cuerpo.
Los catalanes Stay fueron sin duda la actuación de la noche. Seguros de si mismos, con un sonido espectacular, y unas canciones llenas de melodías etéreas y preciosistas que ganan enteros en directo. Aunque beban de los 60s y de los Byrds o de los Beatles más alucinógenos, tienen un aroma “Madchester” inconfundible. Tienen un sonido que recibe influencias de grupos que ya las recibieron con anterioridad, bebiendo al fin, todos de la misma fuente. Por cierto, Liam Gallagher los escogió para ser los teloneros de Beady Eye, hace tan solo unos días, a su paso por la ciudad condal.
Los norteamericanos Holy Wave eran, sobre el papel, la propuesta más interesante. Su propuesta se basa en un garage que retuerce las bases del surf psicodélico con capas de distorsión y unos juegos vocales espectrales que bien podrían ser el reverso tenebroso de unos Beach Boys con un mal viaje. Con esas cartas de presentación, se podía haber esperado de ellos bastante más de lo que nos ofrecieron: un setlist reducido, que me aspen si llegaron a los 40 minutos, en lo que se notó que tocaban en automático, a piñón fijo. El poco pero sobresaliente tiempo que pasaron sobre el escenario hizo que más de uno se quedara estupefacto al finalizar su show, provocando un coitus interruptus en toda regla, que dejó al personal con ganas de más.
Esta primera edición del Psych Fest de Zaragoza ha tenido más voluntad que resultados, pero aunque tan solo sea por el eclecticismo y por la diversidad sonora mostrada, este tipo de propuestas no solo deberían repetirse, si no que además deberían de contar con todos los apoyos posibles.