Si hay un grupo británico infravalorado en los últimos 20 años es sin duda Mansun. Con tan sólo tres álbumes de estudio en el mercado, dos de ellos sobresalientes, dejaron un hueco tras su desaparición que muchos de sus seguidores no han podido llenar. Muchas veces se ha hablado de su retorno, pero a día de hoy este sigue siendo imposible. El guitarrista Dominic Chadwick ha reiterado, siempre que tiene la ocasión, que no quiere volver a saber nada del mundo de la música; sin embargo, Paul Drapper, líder, compositor y cantante de Mansun, sigue inmerso en distintos proyectos, como su participación como guitarrista en la banda The Anchoress. Él sí que ha dicho que no le importaría reunificar Mansun, girar de nuevo y grabar un quinto álbum. Un momento, ¿no he dicho que tienen tres?. Luego llegaremos a eso.
A Mansun le tocó la papeleta de aparecer en plena resaca musical en las islas británicas. Como eran ingleses, tocaban guitarras y tenían batería, se les etiquetó de britpop (una etiqueta que siempre se me antojó absurda, por la disparidad de bandas que agrupa sin denominador común en su estilo). Y me refiero papeleta por que el britpop estaba en plena debacle, demodé, con sus bandas insignia renegando del sonido que los hizo famosos, y publicando álbumes tan memorables como el homónimo de Blur o el cinematográfico y adulto “This is Hardcore” de Pulp.
Mansun llevaban publicando excelentes singles y EPs desde 1995, muchos de los cuales formaron parte de su primer lanzamiento, “Attack of the grey lantern”. Publicado a principios de 1997, el disco recibió buenas críticas y se situó cómodamente en los primeros puestos de las listas británicas. La posición que alcanzo poco importa, lo verdaderamente importante es que era un catálogo de (casi) toda la música que se hacía en ese momento. En sus canciones había pop, había naturalmente rock, psicodelia, arrebatos cósmicos, leves toques de electrónica hedonista… Si hay algo difícil de definir en Mansun son unas referencias claras, aunque se podía rastrear algo del sonido Manchester, algo de rock progresivo (aunque todavía camuflado) y quizás cierta influencia del artista antes conocido como Prince, si no en lo musical, si en la afectada manera de cantar de Drapper. Singles como “Wide open space” o “She makes my nose bleed” se convirtieron en clásicos inmediatos.
Hay bandas que nunca llegarían a grabar un álbum como “Grey lantern”. Mansun lo había hecho a la primera y se dejaron un listón muy alto.
Meses después Radiohead publicaron “OK Computer”, finiquitando el britpop y cambiando la música contemporánea para siempre.
Ya en 1998 Mansun publican “Six”. Todavía recuerdo la primera vez que lo escuché. Fue amor a primera escucha. “Six” es sin duda una de las colecciones de canciones más extrañas y esquivas que ha publicado nunca un grupo británico (hablando siempre en términos cercanos al mainstream). Mansun se olvida del concepto canción y casi del concepto estribillo, aunque los hay, pero siempre colocados de manera inesperada, y crean composiciones que cambian de ritmo y compás cada varios minutos, tejiendo una telaraña sonora rica en matices. Este álbum apabulla por su densidad y complejidad, pero con un mínimo esfuerzo encuentras que es uno de esos a los que puedes volver una y otra vez, porque nunca te cansas de escucharlo.
Habían perdido cierta pegada en forma de single, aunque temas como “Being a girl” o “Legacy” funcionaran en las radiofórmulas, en pos de un conjunto que sonaba unificado, rocoso y compacto, casi como un disco conceptual, e influenciados, esta vez claramente, por el rock progresivo (aunque sin su técnica), los temas alucinógenos, y casi cualquier interferencia musical contemporánea, incluyendo un interludio operístico y un recitado de Tom Baker. En resumen, un álbum inigualable y que por desgracia, supuso su cima creativa.
En el año 2000 publicaron lo que a la postre sería su último trabajo, “Little Kix”. Este álbum podríamos considerarlo una reacción a la complejidad y el relativo fracaso de “Six”, y es que en el nos encontramos a unos Mansun casi desconocidos, entregando canciones, como “Fool” o “Electric man”, de factura descaradamente pop, con una producción azucarada que, aunque no lograba ocultar las buenas canciones que había debajo, sí que lastraba el álbum de una manera nefasta.
Para el cuarto álbum tuvieron la sana intención de recuperar su espíritu más creativo y experimental, aunque la inspiración en forma de canción parecía no llegar. Las tensiones con la discográfica iban en aumento, llegando a ponerles una fecha límite para la entrega de nuevo material. Antes de que acabara, la banda anunció su disolución.
Años después, este cuarto álbum se acabo publicando bajo el nombre de “Kleptomania” tal y como se había quedado, en estado embrionario. Siendo Mansun un grupo perfeccionista, estas demos estaban más trabajadas que muchas canciones “finales” de otros grupos, pero aún así no lograban volver a despertar el entusiasmo de sus inicios.
Con el paso del tiempo, la fama del grupo se diluyó casi totalmente. Sólo un irreductible grupo de fans siguen pidiendo constantemente a Paul Drapper que refunde Mansun, que lance su primer álbum en solitario, o que haga algo más allá de producir discos para otra gente o colaborar puntualmente.
Mala suerte, lugar equivocado en el momento preciso, dirección equivocada… podemos echar la culpa de la ruptura de Mansun y a su posterior “abandono” popular a muchas cosas; sin embargo, siempre nos quedarán sus dos primeros álbumes y la multitud de singles y EPs que los acompañaron para disfrutar de ellos y preguntarnos que, si tantas bandas se han vuelto a juntar sin que nadie las llame y aunque sea solamente por dinero, por qué demonios no lo va a hacer Mansun un día de estos.