Hace unos días aparecía en los medios una noticia relacionada con un estudio sobre el consumo que los jóvenes hacen de la música hoy en día. Buscando un titular llamativo y haciendo un guiño gafapasta, la mayoría destacaban que el 72% de los encuestados desconocía quiénes son Wilco (ver el ejemplo de El País, periódico tradicional y especialmente sensible con todo lo trendy). Lo importante -y desconcertante- de sus conclusiones no obstante es que mientras que la mayoría considera la música como algo importante en sus vidas, sin embargo su consumo se limita a escuchar por internet canciones sueltas a través de canales gratuitos. Es, como muchos sospechábamos, un consumo superficial y sujeto a lo que se dicta desde las listas de éxitos.
Volviendo a Wilco, el ejemplo fue tomado seguramente porque a los responsables del estudio (de la Universidad de La Rioja, por cierto) les debió de parecer uno de los grupos más relevantes de la actualidad; seguramente ni siquiera conciban que haya amantes de la música que no puedan amar el grupo de Jeff Tweedy. Creo sinceramente que el fenómeno Wilco es desmesurado. Tienen algunas buenas canciones, pero también un puñado de discos aburridos y pretenciosos, aunque debo reconocer que su sonido de directo es uno de los mejores que he presenciado en mi vida. Si quieres que los chavales jóvenes se suban al tren del Rock, desde luego no creo que Wilco sean el vagón más adecuado. Wilco son la clase preferente, mientras que un joven que empieza a introducirse en el rock debe viajar en clase turista. O al menos hasta que pueda permitirse la preferente.
En cualquier caso esto que señala la encuesta, que el desconocimiento de la música que se salga de los circuitos más comerciales es casi total, no es algo que no ocurriera antes, como señala también el responsable del estudio, Sergio Andrés Cabello. Sin embargo, este profesor de sociología destaca lo inquietante del asunto: cuando antes nos teníamos que buscar la vida para conseguir buena parte de la música que nos interesaba, ahora con prácticamente toda la música del mundo accesible de una manera bastante más cómoda, lo que se sigue consumiendo mayoritariamente es lo que dictan las radiofórmulas (aunque en teoría se escape de ellas). Y si utilizo el verbo “consumir” es conscientemente.
Sí, no deja de ser paradójico que tengamos acceso a más información de la que podamos imaginar y sin embargo sigamos tan desinformados a todos los niveles, no solo en el plano musical. Lo de Wilco no deja de ser una anecdotilla, pero un buen ejemplo -otro más- de que 1984 verdaderamente ha llegado.