El 19 de abril de 1993 el FBI grababa a sangre y fuego en la localidad tejana de Waco uno de los episodios más violentos de finales del siglo pasado, tras casi dos meses de asedio a una peligrosa y apocalíptica secta armada hasta los dientes. El 28 de febrero de aquel año, la ATF (Bureau of Alcohol, Tobacco, and Firearms) se había visto obligada a intervenir en una desastrosa operación en la que algunos agentes resultaron heridos e incluso uno muerto, ya que había indicios de que dentro del rancho conocido como Monte Carmelo, sede de una secta conocida por Davidianos, había un importante arsenal de armas que se escapaba de su control. El líder era un hombre llamado David Koresh, que había cambiado su apellido legalmente tres años antes, tras alcanzar el control de la secta, una escisión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, al tener relaciones con Lois Roden, profetisa que dirigía a la comunidad y que en aquel momento contaba con 76 años. Como puede verse, Koresh (trasliteración en hebreo de Ciro, el rey persa que permitió a los judíos cautivos en Babilonia su vuelta a Israel) era un hombre con más bien pocos escrupulos. El caso es que Roden permitió a Koresh, que afirmaba que había recibido el don de la profecía, enseñar su mensaje a la comunidad. Esto no gustó demasiado a George, el hijo de Roden, tras cuya muerte disputó a Koresh el liderato de la secta. Nuestro protagonista se vio expulsado de Monte Carmelo, pero a finales del año 1987 regresó con un grupo de hombres armados y se produjo un enfrentamiento en el que George Roden murió. A pesar de ello, Koresh logró librarse de la cárcel y para 1990 se había convertido en el líder indiscutible de los Davidianos tras casarse con Rachel Jones, hija de uno de los dirigentes y al parecer menor de edad en el momento de su unión, profetizando el final de los tiempos y llevando inexorablemente a su comunidad al desenlace que todos conocemos: 69 adultos y 17 menores muertos (54 y 21 según otras fuentes), la mayoría calcinados en el incendio del rancho, en lo que las fuentes oficiales calificaron como suicidio colectivo, pero que hoy día sigue sin estar del todo claro. Las sospechas siguen siendo las mismas que entonces: fue el FBI el que forzó tan macabro desenlace y que algunas acusaciones, como las de poligamia y abuso de menores, fueron exageradas para poner a la opinión pública del lado de los intereses gubernamentales.
En cualquier caso, y más allá de cualquier morbo, el personaje de David Koresh merece convertirse en una de esas figuras incómodas dentro de la cultura pop, al lado de nombres como el de Charles Manson por ejemplo. Y es que es conocido que Vernon Wayne Howell, nombre real de Koresh, era un fanático del Heavy Metal. De hecho a principios de los años 80, tras ser expulsado de la Iglesia de los Adventistas del Séptimo Día a la que pertenecía su madre por ser una “mala influencia para la juventud”, se mudó a Hollywood con la intención de convertirse en una estrella del Rock. Huelga decir que no lo consiguió, pero la música fuerte no le abandonaría hasta sus últimos días. Se dice que era un gran fan de Steve Vai y él mismo era un aceptable guitarrista al parecer, algo que lamentablemente descubrirían también los agentes del FBI involucrados en el asedio del racho. Y es que dentro de la guerra psicológica utilizada por las autoridades a alguien se le ocurrió bombardear con música estridente a los ocupantes de Monte Carmelo, con el objetivo de minar su resistencia. Para ello llevaron a las inmediaciones del rancho unos potentes altavoces y los pusieron en marcha. La respuesta de Koresh fue acercar sus amplificadores a las ventanas y ponerse a tocar Heavy Metal. Recuerdo haber visto por televisión un documental sobre el asunto a mediados de los 90 (lo siento, no recuerdo su título), en el que uno de los responsables del asedio narraba avergonzado cómo el equipo de Koresh y sus seguidores sonaba mucho más alto que el que había llevado el FBI. Koresh había logrado tocar las pelotas al equipo del FBI y salirse momentáneamente con la suya. No me digáis que la anéctoda no es graciosa. Tras los 51 días de asedio, la versión oficial dice que las tanquetas del FBI entraron en un Monte Carmelo ya en llamas, encontrándose con un dantesco espectáculo de cuerpos carbonizados. Este no es lugar para las especulaciones y además existe gran cantidad de información diseminada por la red para cualquiera que tenga interés en profundizar en el asunto, pero la conmoción del caso fue tal que incluso un par de años después, el mismo día que se cumplían dos años exactos del incendio de Monte Carmelo, el atentado en Oklahoma City se relacionaba directamente con los Davidianos. E incluso en el debut de Machine Head se incluía “Davidian”, canción inspirada en el suceso y que todavía hoy sigue siendo uno de sus mejores temas:
Blind man ask me forgiveness
I won’t deny myself
Disrespect you have given
Your suffering’s my wealth
I feed off pain, force fed to love it
And now I swallow whole
I’ll never live in the past
Let freedom ring with the shotgun blast!
Burn my fist to the concrete
My fear is my strength
Power, rage unbound strength
Been pounded by the streets
Cyanide blood burns down the skyline
Hatred is purity
The bullet connects at last
Let freedom ring with the shotgun blast!
Scarred
Pour the salt in the wound