Wild Winter Fest II – Zaragoza (Sala López 14/15-12-12)

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Este fin de semana se celebraba la segunda edición del Wild Winter Fest, evento surgido hace un año con la intención de acercar a la ciudad de Zaragoza propuestas musicales difíciles de ver por estos lares de otra manera. Como principal novedad de este año, los dos días de celebración con un total de ocho grupos, cuatro por noche, ante un público a todas luces insuficiente pero sí muy entregado en general.

Los encargados de abrir el festival fueron los italianos Sultan Bathery. Este joven trío, que por cierto vuelve de gira a España el próximo fin de semana, a pesar de algunos problemas técnicos y de contar con tan solo media hora, lograron calentar el ambiente con un enérgico concierto que sorprendió y gustó unánimemente a todos los presentes. Conquistaron sobre el escenario y abajo también por su desbordante simpatía. Tras ellos Xray Eyeballs, con una propuesta un poco más pausada, lo tenían difícil para mantener la atención del respetable. Lo suyo es algo un poco más oscuro, y a pesar de que el guitarrista puso todo de su parte y de que el aspecto visual está bastante cubierto con un batería que toca de pie con la cabeza oculta por una especie de capucha, la parte femenina del grupo parecía un poco ausente. Hacia el final se animaron un poco más, pero a pesar de que nos regalaron algunos buenos momentos el suyo fue sin duda el concierto que rompió un poco el ritmo. Nada que ver con lo que luego ofrecerían Mujeres, con los que se empezó a mascar el ambiente festivo. Los catalanes lo dieron todo, recibiendo una respuesta entusiasta de los presentes con algún que otro pogo, el guitarrista de Xray Eyeballs levantado por los aires y bailoteos del personal a diestro y siniestro. Una fiesta, vaya. Con este ambiente Hollywood Sinners se encargaron de prolongar la fiesta. El trío toledano ofreció otro enérgico directo que fue también correspondido por el público, que a estas alturas estaba completamente rendido. El mejor final posible para la primera noche.

La jornada del sábado comenzaba con The Mobbs, trío inglés de impecable imagen que conquistó a los pocos que estábamos ya en la sala a esas horas. Su cantante, auténtico torbellino escénico, se llevó todas las miradas con sus indescriptibles pasos de baile, aunque en lo musical -y en lo personal- también convencieron. Y como la noche anterior, el grupo de apertura se lo pondría difícil al segundo del cartel. Esta vez le tocó a Jeremy Jay, cuya propuesta habría encajado mejor en otro contexto. Su música tiene ecos de The Cure o Smiths, acercándose al ruidismo indie en algunos momentos puntuales, algo muy lejos de lo que probablemente esperaba el público, ansioso por volver a celebrar una fiesta como la noche anterior. Y eso era justo lo que traían Juanita y los Feos apoyados por un nutrido grupo de seguidores que comenzaron a poner patas arriba la sala López. Era el mejor presagio para lo que nos iban a ofrecer a continuación King Salami and the Cumberland Three. A pesar de verse obligados a actuar sin saxo porque su instrumento se había estropeado en el viaje, su saxofonista Chuchi Sobrassada se unió a la banda igualmente tocando maracas y pandereta, ofreciendo el mejor concierto de todo el festival sin ninguna duda y sin desmerecer a nadie. Con todo el público bailando, King Salami se corona como un verdadero rey del rock and roll que se atreve incluso con “La chatunga”, se apea del escenario para hacer agacharse a los presentes y es devuelto en volandas por estos. Una auténtica locura de show que servirá a los que estuvimos para restrgárselo a los que no durante décadas y que cerró de una manera inmejorable un festival que debería ser considerado como un auténtico servicio público. Desde aquí me gustaría agradecer también a la organización su esfuerzo en esta labor tan encomiable.

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