Diecisiete años de trayectoria avalan a una de las bandas más potentes del panorama punkrocker estatal, con un sonido reconocible por su rabia, toxicidad y oscurantismo cercano a los añorados Murder City Devils o Wipers y que ahora presentan el que es su sexto larga duración. Porque Rippers, la banda de los hermanos Teichenné, pone sobre nuestra mesa “Fire Tractaat” de la mano de la discográfica B-Core. La frescura perdida a finales de los noventa en la escena nacional sigue vigente en Rippers, una banda que mezcla sin prejuicios los sonidos más pesados con punk rock logrando un estilo reconocible y difícilmente imitable.
Siguiendo la línea de lo que han sido sus trabajos anteriores, estamos ante el redondeo de lo que quedó incompleto en su anterior disco “Seeds of the New Dawn”, en el que no se acababa de completar el muro sónico que en esta nueva propuesta acaba totalmente definido. Temas como “Justice” definen lo que es el disco, un sonido enfermizo que empieza con lo que podría sonar a los estertores de un moribundo y que acaba arrancando en un ataque de visceralidad. La rabia en las voces y las guitarras crudas son una constante a lo largo de los diez cortes de un disco que no está destinado a almas débiles. “Lights” es un tema que se acerca más a sonidos clásicos en el mundillo que recordaran a la vertiente más pesada de Zeke, mientras que “Liz Weaver” baja el pistón para acercarse a bandas como Murder City Devils en las que el hipnotismo toma las riendas del ritmo. El disco está coronado con “Unsheltered”, una amalgama de oscuridad en las voces mezclada con melodías de guitarra que sin entrar en pecados metálicos nos lleva a lo que probablemente sea el momento con mayor carga de todo el disco. Estamos ante un álbum que entra a la primera y además gana con las escuchas, en las que los matices afloran con cada vuelta. Probablemente sea el mejor disco de los chicos de l’Alborç.