Después de que su debut “Songs of Love & Destruction” sorprendiera agradablemente a propios y extraños cuando se editó hace un par de años, los guipuzcoanos Bitter Honey han regresado con este segundo álbum de título “Symbolized” que, como mínimo, debería dejar el listón todavía más alto. Porque la banda, lejos de acomodarse, ha seguido adentrándose en la senda del Hard Rock setentero en los nueve temas que componen el disco, superando a aquellos del primer álbum y demostrando que sonar añejo no es sinónimo de sonar desfasado cuando se hace bien. Porque “Symbolized” suena majestuoso y poderoso, tal y como fantaseo que sonaría hoy en día un (buen) disco de cualquier coloso de los 70 de seguir activo y en forma. Puede que las referencias que la crítica citaba con su debut sigan siendo básicamente las mismas ahora, pero me atrevería a decir que incluso las han enriquecido con pinceladas del Heavy Metal de los primeros Iron Maiden por ejemplo. En cualquier caso, con “Symbolized” Bitter Honey están mucho más cerca de lo que los críticos suelen llamar “sonido personal”, si es que no lo han alcanzado ya. Teniendo claro que todas las composiciones tienen un muy alto nivel, destacaría algunas como “Big Night Out”, “Stand Up” o “Bourbon St Incident”, bazas ganadoras en cualquier timba. Pero si ahora mismo me tiene obsesionado alguno de los temas es ese “Devil Horns” final que está dedicado, como no podía ser de otra manera por su título, a Ronnie James Dio, una canción que serpentea durante más de 7 minutos y cuya recta final adquiere caracter cuasi hipnótico. Ganazas de catarlos en directo.