Hay veces en las que uno se siente orgulloso de pertenecer a algo, de formar parte de un grupo. Ver en directo a The Muggs es una experiencia similar: uno siente ser un privilegiado por poder ver a tres tíos sudando la gota gorda sobre un escenario a escasos centímetros de tus narices, pasándoselo tan bien o más que los que estamos abajo. Al final se acaba creando una especie de conexión con el público que hace que te sientas parte de una hermandad exclusiva, que no excluyente, en la que la única regla es acudir a un concierto y pasártelo bien. Y además reivindican el legado de nuestro amado Rory Gallagher.
The Muggs son ese tipo de bandas que probablemente nunca alcanzarán una audiencia masiva, por la única razón de que hoy en día el Rock no es popular. No nos importa. Tres pedazo de músicos como ellos que se dejan la piel cada noche, mezclando el Blues Rock, el Hard Rock setentero vía Led Zeppelin y añadiendo unas gotas (pocas) de Black Sabbath, a poco bien que lo hagan tienen que gustar a todo amante del Rock clásico. The Muggs además recuerdan en su set list a colosos como Beatles (“Help”), el citado Rory Gallagher (“The Mississippi Sheiks”) o Free (“I’m a Mover”) en un concierto de cerca de la hora y tres cuartos de duración que bien podía haber durado toda la noche. Nos comentaba Tony Mugg tras el concierto que están pensando volver el año que viene; yo ya estoy impaciente.