1000 maneras de morir

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“1000 maneras de morir” es una de esas series que cumple todos los requisitos para convertirse en programa de culto. Por un lado, gracias a su imposible horario en uno de esos canales de la TDT, hace que todavía sea bastante desconocida. Por otro, tiene la suficiente mala hostia como para ser disfrutada, parafraseando a Pedro Erquicia, por espectadores tarados como nosotros.

El argumento es sencillo: el programa recrea, basándose en casos reales -supuestamente-, un número de muertes provocadas más por la estupidez que otra cosa. Y el narrador no ahorra en adjetivos insultantes. Porque aparte de la explicación a cargo de expertos de las causas de la muerte, el gran atractivo es esa forma de contar cada caso entre la ironía y el desprecio, llegando incluso a ridiculizar al protagonista. Puede que no sea lo más políticamente correcto, pero lo cierto es que alguien que muere por la explosión de un bidón de cerveza trasr ponerlo en una hoguera para beberla “a la manera alemana” o el de un chino fan del Heavy Metal que cae accidentalmente por su ventana tras saltar sobre su cama al ritmo de la música merece que le llamemos “imbécil” todas las veces que queramos. Y poco importa que los casos sean verdaderamente reales o que se basen en leyendas urbanas (supongo que habrá de los dos).

Ahora mismo no sé si se siguen emitiendo capítulos, pero por internet son fácilmente localizables.

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