Que alguien como Leonard Cohen haya recibido el Príncipe de Asturias de las Letras creo que es motivo de alegría para cualquier aficionado a la música. Y es que esto significa no únicamente el reconocimiento a alguien que seguramente se lo merece con creces, sino también el reconocimiento de la música popular como un arte a la altura de la literatura. Y más viniendo de un ámbito tan solemne y académico como puede ser el de unos premios como estos. Aunque en honor a la verdad, la producción literaria de Cohen es también digna de elogio.
Cohen se ha apresurado en agradecer el galardón especialmente conmovido por el hecho de “ser reconocido por los compatriotas de Machado y Lorca, y mi amigo Morente, y los incomparables compañeros de la guitarra española”. Y es que desde que se vio obligado hace unos tres años a volver a la carretera por motivos económicos, la suerte parece volver a sonreír al recitador canadiense. Toda una nueva generación de aficionados ha (re)descubierto su carrera y abarrotado sus conciertos. Yo personalmente guardo un gratísimo recuerdo del que ofreció en Zaragoza en el año 2009, creo recordar que una noche antes de sufrir un colapso en Valencia. Aquella noche Cohen no solo cautivó gracias a su profunda voz, sino también por su sorprendente vitalidad y agilidad para una persona de su edad. Además hay que alegrarse de que el premio le haya llegado cuando todavía está vivo y goza de aparente buena salud. ¡Felicidades Leonard!