¿Renovarse o morir?

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El pasado jueves 24 de febrero Billy Corgan comentaba en su cuenta de Twitter lo siguiente: “Si fuera inteligente habría grabado el mismo disco una y otra vez durante una década… pero no soy inteligente. La brillantez de hoy son las sobras del ayer”.

Puede que Corgan lleve una fama, no sé hasta qué punto merecida, de personaje insufrible, pero en este caso concreto tiene más razón que un santo. Aunque también creo que hay casos y casos, y habría que matizar la frase. No veo por ejemplo a alguien como Lemmy de Motörhead a estas alturas planteándose experimentar con su sonido. O a AC/DC saliéndose mucho del guión. Una gran parte de sus fans probablemente no lo entendería y, sin ánimo de entablar polémica con lo que voy a decir, la simplicidad en el sonido de algunos grupos hace que precisamente en su inmovilismo resida su encanto.

Sin embargo sí que hay bandas cuya repetición de esquemas disco tras disco provoca la pérdida progresiva del interés de sus oyentes, aunque algunos como Iron Maiden por poner un ejemplo conocido se ven salvados por las nuevas generaciones de fans que consumirían casi cualquier cosa con el logo del grupo impreso en la portada.

Aunque en el lado negativo también están los que de tanto reinventarse han acabado desorientando a sus seguidores; auténticas esponjas musicales que asimilan nuevos estilos, tendencias y sonidos que con cada nueva “obra maestra” nos planteamos cómo envejecerá, si seguirá siendo válida décadas después. Nada más lejos de mi ánimo acusar a David Bowie de nada, pero por algo es conocido como “el camaleón” entre otros sobrenombres. Muy comentado también fue el cambio de sonido que Metallica adoptaron hacia mediados-finales de los 90 con “Load” y “Reload”, aunque en su momento llegué a leer críticas cuya mayor argumentación en contra se debía a los cortes de pelo de los miembros de la banda. Años después, gran parte de la misma gente que criticó a la banda, la aplaudiría por “Death Magnetic”, premeditada vuelta al sonido de sus obras más celebradas con momentos “copy-paste” a tutiplén. Está claro que algunos nombres están por encima del bien y del mal.

Es evidente que la música tiene un importante componente subjetivo, y es difícil en este tipo de cosas fijar una línea clara de por qué un grupo acierta cuando se repite o por qué lo hace cuando se reinventa. Y muchas veces, aunque algunos discos sean vistos como obras fallidas por sus propios autores, por alguna razón les tenemos un cariño especial, o simplemente no estamos de acuerdo con la opinión generalizada porque hemos llegado a apreciarlos simplemente por su contenido. ¿Qué opináis vosotros?

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